
¿Porqué será que el señor del tiempo, en este caso mi admirado Martín Barreiro, eficaz meteorólogo, se demora más de quince minutos cada mediodía para decirnos que estamos en Julio y que si ayer hizo calor, hoy hace calor y mañana hará calor?
Misteriosos relatos de lo evidente supongo, como que no se venden pisos, ni coches, ni trajes, ni vacaciones, ni abrigos de nutria, leñe que no están los tiempos para gastos. Conste que empezaron ellos. Pues ahora no se quejen si no hay consumo. Leñe jubile usted a los mayores, que gastamos menos y contrate a jóvenes que si que gastan.
Siempre magnifico Don Julian Marias desde la zona fantasma en ese ignoto rincón filosófico al extremo del país, cuando escribe sobre la tendencia prohibitoria expañola que nos invade. Mientras en otras páginas de economía nos felicitan por la suerte que tenemos de no ser natos en Birmania.
Como en aquél cuento del mercedes, sólo se trata de repetir distinta versión de una idéntica ocurrencia. Tal cual diputaran en una jaula de papagayos. ¡Uy! sí ese es otro cuento de las cosas que suceden en mi pueblo, como parece que vamos jorobados para largo: ¡Esta camella va … ¡NO! ese no, ese no lo cuente que es muy verde. Ustedes ahorren, como Pepiño Blanco, que para eso siempre hace el tiempo adecuado.
Pues dice el capataz al señorito:
- Hay que ver que zuerte tie er zeñorito que sha comprao un mersedes para bajar a Zevilla a tomar el vermú.
- ¡Calla desgrasiao! que la zuerte la teneis vosotros ustedes, que si no tuviera er coche, Me teníais que bajar a hombros.
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