viernes, abril 26 2024

Orígenes: La princesa está triste… by María R.

                “La princesa está triste… ¿qué tendrá la princesa?” y una foto en blanco y negro de Rubén Darío. Creo que todo comenzó en ese instante; al menos, yo quiero recordarlo así. Mi padre, tecleando en su máquina de escribir y yo, silenciosa, me ponía a su lado y le tendía aquel librito rojo de poemas. Él no sólo me leía la sonatina un día y otro, sino que añadía detalles a una historia que yo veía sin necesidad de apoyos visuales.

También, cada sábado, después de hacer la compra en el mercado de abastos, mi madre y yo pasábamos por la librería para escoger un libro. Llegábamos a casa, me tumbaba sobre la cama y devoraba las páginas hasta el final, ignorando las risas de otros niños en la calle o los dibujos animados de la televisión. A continuación, seleccionaba el vestuario y, hablando sola, escenificaba el cuento en cualquier lugar donde nadie pudiera sorprenderme.

Más adelante, los ensayos de teatro como espectadora precoz, el cine en noches de verano y de invierno, las letras de canciones que inventaba para mi futuro como cantante pop, las buenas maestras que me enseñaron a amar la literatura y el lenguaje.

Me resulta muy difícil saber cuándo y cómo empecé a escribir, qué me llevó a intentarlo. Supongo que existen varios motivos y, entre ellos, está mi timidez, la frustración, una imaginación rebelde y reincidente, mis ganas de expresar, el hecho de que no me bastara la realidad, la agradable y punzante sensación de inmiscuirme en una historia y no querer salir de ella.

Escribir es como respirar. Lo necesito para seguir viva.

2Comments

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  1. 1
    Q.M.

    ¡Qué recuerdos!, algunos compartidos. Hay un trasfondo común, unos orígenes que nos unen, que no son un enclave geográfico sino una procedencia de una època feliz, la niñez. De ahí venimos y de ahí no hemos salido, afortunadamente, en el buen sentido de imaginar, crear y soñar con la misma ilusión y capacidad de asombro.

    • 2
      María R.V.

      Es cierto, Q.M., coincidimos en esos «orígenes». Por fortuna, la niñez nos acoge en los recuerdos, como si no pasara el tiempo.
      Un saludo.

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