
Regreso a Carnaval. Úna Fingal
A Carlos se le ocurrió regresar a su pueblo el mismo sábado de Carnaval. ¿A quién se le ocurre? ¡A Carlos! Natural, tratándose de un consumado y empedernido bebedor de agua, nada más lejos de su ser que corresponderse con los tiempos que corren.
Y corrían lo tiempos, sí señor, corrían en comparsas de gentes desmenuzadas entre retales de colores y cuadros, todos perdidos en el disparate sin importarles cuándo iban a ser capaces de encontrar un poco de razón siquiera, lo único importante era toparse con el siguiente bar y vaciarlo, y en uno de estos lugares de vicio y perdición fue donde la escandalosa masa amorfa se dio de bruces con el triste hombre de gabardina gris, maleta marrón huidizo y café desgraciado, y lo asimiló y lo arrastró consigo desde el interior de sus entrañas repletas de serpentinas constrictor y confeti viscoso.
El rugido de la comparsa era una nube en la mente de Carlos que no le permitía pensar y pronto se sintió ingrávido y ello empezó a gustarle. Una mano se había posado en su entrepierna y le gustaba, le gustaba mucho, y se rindió al placer. No importaba ni quién ni dónde, solo importaba aquella sensación capaz de traspasar pantalones, gabardina, maleta, agua y café para explotarle en la cabeza y expandirse más allá. Así estando, le plantaron un vaso de plástico con un bebida, da igual cuál, de fuerte buqué y sabor canalla. Y se la bebió a tragos deliciosos de ardores inconfesables. Un cura con cara de plástico le pasó un extraño cigarro que olía a cataplasma requemada, nunca había fumado pero se permitió una calada, aspiró, tosió y flotó. Un médico de dos metros y tacones imposibles le enterró en guirnaldas. En medio de aquel frenesí de incontables cabezas, Carlos comprendió que no se hallaba perdido, en realidad se había perdido mucho antes de llegar a su pueblo, se había perdido la vida, quizás de nacimiento, tanto programarle a uno todo lo que debía hacer, padres, maestros, esposas, hijos, abuelos, amigos, vecinos. Sentir… Vivir… Soñar…
La noche se esfumó con el último bolero en una lata de cerveza sin terminar y Carlos amaneció desnudo sobre la arena de la playa junto a otros cuerpos esparcidos por doquier. Ignoraba qué fue de sus desdichadas pertenencias pero no le importaba lo más mínimo. Feliz rodó por la arena, sintiendo su calor penetrar en la piel. No iba a moverse de allí en mucho tiempo. No señor.
Libros de Úna Fingal:
https://sapphirusliber.wordpress.com/
http://isabellaso7.wix.com/unafingal#!books/cnec
NoTas:
(1)
Durante el siglo XIX muchas familias de Vilanova y la Geltrú emigraban a Cuba para «hacer las Américas». La Habana, Matanzas, Cárdenas y Cienfuegos fueron los principales destinos. Muchos de ellos, con importantes Fortunas, volvieron a su pueblo natal, Invirtiendo su capital en edificios, Propiedades, indúdtries y obras benéficas O ciudadanas. Debido a esta petje los «indianos», Vilanova fue conocida como La Habana XICA (Fuente) http://www.havanaxica.org/QuiSom.htm