Subir al inicio

Otro sueño— By Ramón Escobar

Otro sueño raro. Posiblemente resultado de esa porción extra de lasagna.
Soñé de nuevo con la zanahoria lesbiana. Y las cosas por su nombre, pues no soy homofóbico, al contrario.
En esta ocasión, la zanahoria aparecía en mi sueño acompañada por un séquito de unas 30 más de ellas, marchaban juntas en una especie de manifestación o desfile. Gritaban consignas sobre sus derechos. Detrás de la comitiva anaranjada, venían también los rábanos, tomados de la mano de par en par. Un poco más atrás, venían marchando los mazos de cilantro y perejil, todos revueltos, al fin y al cabo nadie nota la diferencia, decía uno de ellos. Después de ver pasar a una gran comitiva de nabos y de todos los tipos de calabaza —que son muchos— veo acercarse con paso lento a los tomates, todos aguados y exhaustos, inconformes de haber sido incluidos con las hortalizas, pues estos señores, se consideran frutas. En una especie de carruajes medievales, unos tallos de jengibre cargan a cuestas a los pretenciosos aguacates, quienes usan gafas oscuras, como divas. A un lado de los carruajes, unas espinacas usan sus verdes hojas para abanicar aire y refrescarlos, como eunucos a un sultán. En un momento dado, la comparsa se interrumpe, pues una berenjena se hace de golpes con un apio, compitiendo por los favores de un brocoli con gustos especiales. De nuevo, las cosas por su nombre. Pasado el vergonzoso suceso, es momento del grupo de las coles de bruselas, que casi nadie conoce, pero aún así les aplauden. Luego, hay un espacio vacío donde se debieron presentar los ajos, pero incurrieron en rebeldía y brillan por su ausencia, estropeando el evento. Las papas, a continuación, marchaban todas indiferentes, como siempre, como si fueran acarreados del gobierno, con la esperanza de conseguir un vale de despensa y comerse una torta.
Casi al final, llegan las cebollas moradas, protestando por el trato tan injusto que se les da en los restaurantes gourmet. Las cebollas blancas, para sorpresa de todos, no fueron invitadas, sin embargo, en mi sueño no descubro el porqué.
Al final, todos rezagados y dispersos, vienen todas esas hierbas como las rúculas y los puerros, queriendo armar ambiente, pues no están seguros en que tipo de manifestación los incluyeron. El sueño da un giro y veo venir a un grupo de motociclistas encapuchados detrás de todo el cortejo. Luego despierto.
La verdad no sé cómo relacionar a las verduras con la comunidad gay, que por cierto, respeto mucho.

Ayúdame pues, Freud.
Link:

Categorias

Deja un comentario

Facebook
Twitter
LinkedIn