Toda la vida yo he sido inmaculado
Nada me turbaba,
nada me espantaba
y en verdes praderas acostumbraba a descansar
Lejos de mí algo que esconder,
ajena a mí era la menor tacha.
Exhibía abiertamente mi transparencia:
era capaz de resistir hasta el más atroz escrutinio,
podía enfrentar, impasible,
cualquier vivisección y cualquier pesquisa.
Me era fácil exponer públicamente
mis entrañas y mis intenciones:
nada había en mí reprensible
nada censurable ni oscuro
Yo era inmaculado, yo serenísimo, yo imperturbe,
yo el último que buscó entre las nubes
un alma que se me pudiera incrustar
en el medio del pecho,
el último que tuvo por grande cosa
un silencio pequeñito y de segunda mano
y por eso ahora no tiene nada qué decir
ni qué callar.
Yo he sido inmaculado,
y acaso lo siga siendo,
limpio y puro como una noche fría;
ningún fuego,
ninguna iniquidad hasta mí había llegado,
ni la más leve siquiera:
la vida, constantemente,
me ha protegido de mí mismo.
Poema incluido en: “Del azar y otras nimiedades” (2018) Ottawa, Canadá. Editorial Mapalé.