lunes, mayo 13 2024

Rafael Argullol: «Adoramos a un becerro de oro que es el de lo inmediato»

Lo que sí hicimos fue desplazarnos hasta su casa de Barcelona para continuar el diálogo abierto desde la literatura, entendida como un todo capaz de abarcar cada aspecto de la enumeración anterior. Allí, entre estanterías rebosantes de libros, cuadros, unos grandes ventanales por donde la luz nos recordaba el paso del tiempo, y bajo la —a veces curiosa, a veces despreocupada— mirada de un majestuoso gato llamado Ra, tuvo lugar esta conversación.

Vamos a empezar casi por el final, pero para regresar el principio: en tu último libro publicado, Danza humana, hablas de la pasión de tu madre y tu abuelo materno por la lectura. ¿Cómo recuerdas tus primeros contactos con la literatura?

Fue muy importante la biblioteca que tenía mi abuelo, y que luego heredaron mis padres. Mi abuelo era un militar ilustrado, de los pocos que debía haber ilustrados, y tenía una biblioteca muy buena de clásicos y de literatura de finales del XIX, principios del XX. Por ejemplo, tenía muchos autores rusos, que debían de gustarle especialmente. Para mí, en esa edad que pasas de la niñez a la primera adolescencia, el recurso a los libros de esta biblioteca fue muy importante, junto con los libros propios de la época: Julio Verne, Stevenson, Salgari… Yo, casi en un plan autodidacta, fui avanzando en esta biblioteca.

¿Qué te llegó antes, el amor por la poesía, por la narrativa o por la filosofía?

Yo lo reconozco todo indistintamente. De la misma manera que en mi cerebro no está compartimentado esto, tampoco recuerdo la atracción que pude sentir al principio como un qué fue antes. Fue simultáneo.

Estudiaste filosofía, economía y ciencias de la información, y te doctoraste en filosofía. No sé si desde el principio tu plan era ser filósofo/escritor o lo descubriste mientras estudiabas otras cosas.

Lo fui descubriendo con el tiempo, porque yo cuando era adolescente quería ser físico, cuando entré en la universidad, que tenía diecisiete años, quería ser cirujano, entonces entré en la Facultad de Medicina. Ya me ves a mí a los diecisiete, dieciocho años, haciendo disecciones a las ocho de la mañana, en el Clínico… Eso fue lo primero. Me gustaba mucho la medicina, pero me di cuenta de que exigía una disciplina y una especie de sedentarismo que no iban conmigo, y es cuando, dudando mucho entre una carrera y otra, empecé a estudiar de aquí para allá. No para acumular carreras, sino más bien porque estaba desconcertado e iba buscando.

¿Qué era lo que te atraía de la física en esa primera juventud?

La astronomía. La astronomía siempre me ha apasionado.

¿Conservas esa pasión?

Sí, sí, la conservo.

Rafael Argullol para Jot Down
Rafael Argullol para Jot Down
Rafael Argullol para Jot Down
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