Ayer el silencio habló con la voz del vacío en el que duermen
esqueletos de ballenas destrozadas por la punta de un arpón.
En un barco pirata desafiamos la consecución de números grises,
dibujamos un bosque circular de oceánicos delirios
crecidos y multiplicados en la soledad del mediodía.
Maldito silencio.
Grito mudo privado de cordura.
Ayer el silencio nos llevó a caminar con la prisa
cuántica de un sueño y hoy ─insípido lunes de otra letanía─
hambriento de palabras preguntas qué hay para cenar.
Sobre el mantel humea el pan de cada día.
2 Comments
Y el silencio de cada día… a veces los silencios gritan soledad.
Sí, Estrella, a veces los silencios gritan soledad; la vida cotidiana los incluye. Lo importante es aprender a convivir con ellos. Gracias por tu comentario. Un abrazo.