jueves, abril 25 2024

El camino de Santiago —03

3. EL TESORO JUDÍO DE LA CANDAMIA

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By Mercedes G. Rojo

Serie: Leyendas del Camino de Santiago por tierras leonesas III

En algún lugar de La Candamia, hoy hermoso parque a orillas del río Bernesga, se encuentra escondido el tesoro de los judíos.

Existe en la ciudad de León, concretamente en sus alrededores, un lugar conocido como la Candamia, situado a orillas del río Torío, uno de los dos ríos que atraviesan la ciudad, y que desde siempre ha servido de lugar de asueto a sus habitantes. Como otros tantos lugares, también este nos ofrece su propia leyenda que en este caso está unida a la presencia de la población judía que un día fue tan importante en la misma, dejándonos su huella cultural por muchos rincones de la ciudad.
Pues bien, nos cuenta una leyenda leonesa que cuando los judíos fueron expulsados de los territorios que se encontraban bajo el mandato de los Reyes Católicos, allá a finales del siglo XV, quienes vivían en esta ciudad de León, seguros de que más pronto que tarde habían de volver a ella, dejaron escondidos sus tesoros entre los árboles del lugar que llaman de la Candamia, en cuyas cercanías se encontraba su propio cementerio, próximo al lugar que se conoce como Puente Castro. No se atrevieron a dejarlos enterrados sin más así que dejaron custodiándolos, hasta que ellos o sus descendientes regresaran a sus casas, a una joven y hermosa doncella, esperando que dada su belleza y sus virtudes nadie sospecharía que era la guardiana de tan magnífico tesoro. La joven creía de buena fe que, con los años, el resto de sus convecinos tornarían al castro judío o a su barrio en la ciudad, pero el tiempo pasaba y pasaba en una espera infructuosa y, teniendo miedo de perder su juventud y lozanía sin remedio, se fue a visitar a la bruja del Abadengo, intentando buscar una solución a ese inexorable paso del tiempo. Preparó ésta una pócima que dio a beber a la moza, pócima bajo cuyo hechizo podría conservar, mientras fuera necesario, todo el frescor de su cuerpo y su hermosura.
Han pasado muchos siglos desde entonces, y no se sabe a ciencia cierta que fue de la joven ni del tesoro judío, pero hay quien dice que aquella doncella judía lo sigue teniendo enterrado junto a una fuente en la Candamia, y que sigue custodiándolo fielmente. Dicen también que todos los años, al llegar la Pascua Judía, sale esperando ansiosa el requiebro de amores de un mozo que la desencante con ternuras, y que si esto llega a ocurrir ella le entregará a cambio su belleza y los tesoros que custodia.

(Esta leyenda forma parte de las recogidas y adaptadas para mi próxima novela Nunca llegarás a la Cruz de Fierro, ambientada en el Camino de Santiago a su paso por la provincia de León)

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