(Dentro de una propuesta artística)
Algunas personas me han preguntado cuál es el tema de inspiración de un artista y otras, cuál es o ha sido la mayor influencia que recibieron a la hora de desarrollar su trabajo. Estas interrogantes me llevaron a realizar estos apuntes.
Debo comenzar diciendo que no creo que exista tal cosa como un tema en específico, tampoco comparto la idea que la influencia se deba a un determinado individuo o una obra en particular. Si no que la necesidad de expresarse es lo que lleva a desarrollar un lenguaje que permite compartir la idea que se tiene del entorno.
Propuesta a partir de lo personal
La expresión artística nace de la visión personal. De lo que se percibe como la realidad circundante en relación con el sistema de creencias propias de cada artista, que pueden o no estar en conflicto con lo que se percibe como realidad. Conexiones con ideas de otros, relaciones entre lo particular y lo universal (y es que tampoco somos tan originales al fin y al cabo) El tema del arte son cosas que le pudieran pasar a cualquiera y a partir de eso se realiza (o no) una reflexión.
Pero entonces, ¿es el arte autobiográfico? ¿todo se reduce a una anécdota personal? la respuesta es que sí y no: puede que la propuesta se base justamente en las anécdotas cotidianas, puede que sea una reflexión sobre esas experiencias, puede que sea una reflexión sobre la condición humana, puede que la propuesta sea entretener o puede que sea expresar (con todo el riesgo que ello implica).
En cierto sentido una propuesta artística es algo pretencioso (aunque esto no suene bien en los tiempos actuales) Es pretencioso querer decir algo, aportar una opinión, un pensamiento, una pregunta o una respuesta. En tiempos en donde lo políticamente correcto impera, valores como la humildad y el aprendizaje se han tergiversado hasta invalidar la opinión individual. Solo los expertos (autoridades en los diversos temas) tendrán la potestad de llamarse artistas ya que serán los únicos validados para tener propuestas, pero este apunte no es sobre el imperio del buenísimo en el arte ya que eso es tema aparte. Aquí vengo a indicar que si hay un poco de pretensión en la propuesta artística, ya que quiere hablar sobre algo importante.
Un proyecto artístico no es una propuesta. Un proyecto es algo puntual y concreto, con principio y fin. Una propuesta está expuesta en varios proyectos que la componen. Uno o varios proyectos desarrollan la propuesta.
Hay que decir que otra cosa muy diferente es el trabajo de un artista. Este puede o no tener propuesta, es decir puede simplemente buscar entretener, vender, enseñar, en fin cualquier uso que el mercado laboral tenga para ese ilustrador, músico, actor, escritor, comediante. No todo artista tiene propuesta (si proyectos) y no por ello deja de serlo.
Una propuesta es una búsqueda interna, un darle vueltas a un tema, plantear un problema, buscar una solución, un y sí se hace de otra forma. Se preguntan y responden cosas: ¿Cómo capturar la luz, un sonido, una emoción? ¿Cómo expresar esto o aquello? ¿Qué está bien y que está mal? ¿Qué es el amor, la muerte, la convivencia? ¿Qué es el arte y quién es un artista? Ahora la pregunta sería en qué se basa esta búsqueda y aquí la respuesta es tan variada como experiencias e individuos existen.
Pero esto no resuelve la cuestión sobre si la propuesta debe basarse en experiencias personales o puede quedar libre del rasgo de la autobiografía. ¿Acaso Stephen king vivió sobre un cementerio de mascotas, sufrió acoso de un payaso o llegó a ser asesinado o mató a alguien? No haber vivido nada de esto no le impide desarrollar su idea del mal y el terror que da ser presa de algún ente maligno. Obviamente la idea surge de su cabeza y por ello hay allí experiencias personales, pero no las traduce en anécdotas, sino que reflexiona sobre ellas y la hace propuesta: la infancia, el racismo, la guerra, todo esto desde la perspectiva de un ser indefenso ante fuerzas poderosas. Retrata una clase media Estadounidense muy diferente a la que plasma Steven Spielberg, por ejemplo. Retratos antagónicos de la misma época y mismo estilo de vida. El uno es una historia de terror, el otro un canto a la vida media y tranquila.
¿Es necesario conocer el contexto de una obra?

Con la Revolución industrial cambiaron los conceptos y la forma de pensar de la colectividad, sin embargo, para la mayoría de las personas los artistas siguieron siendo seres estrambóticos capaces de decir/hacer cosas que no eran parte de lo cotidiano o hacían de lo cotidiano una exaltación un tanto extraña.
El arte pasa por el tamiz del experto, el mecenas y/o el crítico, que son los llamados a explicar, clasificar y mediar entre la obra y el público. Aun entendiendo el mensaje/concepto se espera la explicación del experto para admirar o repudiar la obra. Pero ¿Es necesario conocer las circunstancias del artista para entender su propuesta? pues, un poco de contexto sacia cierta curiosidad.
Si observo Niño con un cesto de frutas del Caravaggio, por ejemplo, veo su técnica, su búsqueda de figuras sugeridas a parir de otras gracias al trabajo con las sombras. Su juego con el género del modelo.

Hasta no buscar en su biografía no sé sobre su vida desordenada, sus peleas y en que alguna oportunidad llegó a matar a un individuo. Esta información ¿es relevante para apreciar su arte o sirve para satisfacer la curiosidad por la vida ajena? En este caso el contexto que nos pudiera interesar es el año de la obra, el período en que se hizo y el ambiente de la época que enmarca la búsqueda de un grupo de artistas impulsados por los avances del momento.

Esto solo si nos interesa adéntranos en el análisis de una propuesta y buscar algunos porqués. Así será útil saber que el Cubismo rompe la perspectiva tradicional, representa todas las partes de un objeto en un mismo plano, solo reproduce lo que se sabe del objeto, sin un punto de vista único, sin detalles y con un movimiento sugerido tal como se entendieron las cosas en el siglo XX (luego de los muchos e importantes cambios que hubieron) y que se traducen en nuevos conceptos del movimiento, del tiempo, del sonido.
Otro ejemplo que se me ocurre es Beethoven. Su pérdida de la capacidad auditiva lo llevó alejarse de las representaciones en vivo y se sumergió en la creación de una vasta obra, pero cuando oímos sus creaciones ¿escuchamos a un sordo que escribe música o la explosión de sentimiento propio del romanticismo? No hay que saber que Beethoven rompió con el equilibrio del clasicismo o que renovó los conceptos de armonía, tonalidad y colorido instrumental para sentir lo enérgico de sus piezas, como tampoco hay que saber que era un obseso del trabajo. ¿Conocer detalles personales hace que apreciemos mejor o peor su trabajo/propuesta? Y por otro lado, ¿en dónde habla el artista sobre su experiencia personal? En ninguno de los ejemplos hay referencia a tales o cuales hechos concretos, no hay anécdota personal, no hay biografía.
Si el lenguaje artístico fuera personal y sólo hablara de los problemas particulares de sus exponentes, necesitaríamos ser iguales a ellos o vivir su vida. No podríamos comprender las obras de aquellos que hoy conocemos como grandes maestros, porque no los conocimos personalmente, porque desconocemos parte de su biografía o porque no compartimos su experiencia de vida.
Visión personal y visión autobiográfica
Si continuamos con esta línea de pensamiento podríamos pensar que el artista Rene Magritte tenía problemas de visión ya que en su obra podemos observar que representa juegos de imágenes ambiguas o que deseaba enseñar los nombres de lo que pintaba ya que en muchas de sus obras escribía el nombre del objeto para negarlo y de esa forma demostrar que no era real, que era una pintura. Con esto nos trataba de explicar que la realidad que vemos es una (personal) y que la realidad pictórica es otra, también personal y que cambia de acuerdo a la interpretación que el espectador le pueda dar. Y esta es la clave de una propuesta: la posibilidad del diálogo, de la interpretación.


Los elementos cotidianos han estado presentes en el mundo del arte, pero con propósito muy diferente a los que pudiera tener una marca comercial. Aunque a simple vista no podríamos señalar una propuesta o intención crítica de parte de Van Gogh sería bueno recordar que toda su obra se basa en representaciones de su entorno y no con un sentido anecdótico, sino con la fuerza del grito de una persona marginada que desea ser vista. Según yo lo veo es quizás uno de los primeros «nadie» o uno de los «otros» de la sociedad cuyo mensaje logró trascender.
La anécdota como entretenimiento
Volviendo a la cuestión sobre si el tema de la propuesta es o no biográfica debo decir que la anécdota siempre ha estado presente dentro del arte, aunque no todo se basa en ella. En el arte se captan y reflejan solo escenas de la realidad. Los diferentes proyectos eligen una parcela, una captura de algo y si nos ceñimos a la definición cabría aceptar que son anécdotas que sirven para ilustrar la idea de la propuesta. Por ejemplo el Realismo captará una marcha de campesinos para hacer su crítica y denunciar las injusticias del mundo que tiene de marco. El Naturalista en cambio retrata una escena cotidiana sin pretender fijar posición (política) al respecto, sin embargo, trasmite una idea clara: las cosas son como son (determinismo) y no cambian. Aquí las anécdotas son el argumento de la obra, del proyecto, no la propuesta.


A partir de un hecho, que no tiene porque ser autobiográfico, se tejen historias complejas que reflejan seres e instituciones inmortales, pero no inmutables. Por ejemplo, los vampiros. Concepto del mal que va cambiando y haciendo que el monstruo inmortal también cambie. Por otro lado ¿hay algo que de más miedo que la burocracia? Franz Kafka lo vio claro en 1925 cuando escribió El proceso (Josef K no supo nunca de qué era acusado, el largo y asfixiante procedimiento judicial se apoderó por completo de su vida hasta el punto de solo desear poner fin al proceso aunque implicara asumir, de algún modo, la culpa).
Obras que ofrecen una interpretación de los miedos colectivos, de las sombras que nos rodean y esperamos no nos alcancen, pero que no son ni biográficas ni anecdóticas aunque se refieran a un punto concreto, a una escena, un fragmento un tanto irrelevante dentro de la historia general del personaje o de la historia en general de la propuesta.

Actualmente el arte recurre a tratar cualquier tema desde la perspectiva de la anécdota, como los humoristas y sus monólogos sobre pequeños fragmentos cotidianos y curiosos. Escenas que no pretenden exponer ni desarrollar nada más allá del retrato. Fiel a la definición, la anécdota es el episodio corto, común y sin mayor impacto en la vida de alguien, no pretende más reflexión, ni tener capas que arañen más allá de la superficie de lo ocurrido. La anécdota elevada a propuesta busca que nos identifiquemos, que nos veamos reflejados para poder entender lo que se nos dice, al parecer solo se entiende lo que cabe bajo la misma etiqueta de segmentación del mercado.
La anécdota como propuesta
La anécdota elevada a propuesta rompe el diálogo. Convierte al espectador en público objetivo, tan pasivo como el que dialoga con la publicidad de su marca favorita. El espectador/público objetivo se limita a sentirse reflejado y a gusto en la etiqueta que valida el sistema de creencias y devuelve el gesto (la validación) en likes, corazones y dinero. No hay tema que interpretar, solo verse en el espejo y sentirse a gusto, pasar el tiempo y entretenerse.
Que el arte sea entretenimiento (exclusivamente) es un tema aparte, ya que desde el inicio de los tiempos a tenido un papel importante para llenar el tiempo libre y distraer sobre los problemas diarios. Lo que aquí ocupa es, cuando la propuesta rompe el diálogo (en el sentido de que deja abierta la interpretación por parte del espectador) ¿sigue siendo propuesta o pasa a ser mero entretenimiento? Esa es una cuestión interesante.
El arte como entretenimiento forma una cinta de Möbius difícil de romper. Se comporta un poco como la paradoja de Abilene: se hace lo que le gusta a la mayoría y le gusta a la mayoría porque es lo que se hace.
Atrás quedaron las propuestas de Stan Lee, por ejemplo. Y las de otros con ideas propias de la década de los sesenta. Ideas que en su momento fueron rompedoras con las anteriores, proponían una visión del mundo diferente en donde los jóvenes tuviesen voz, capacidad de pensar por sí mismos y de actuar en consecuencia. Un mundo en guerra ideológica y geográfica. Hoy los valores patrios, la guerra, los buenos y los malos de aquellas épocas fueron absorbidas por el sistema. El Capitán América ya no es un militar de Norteamérica sino un super héroe descontextualizado, sin más lectura. Los X-Men ya no son una discusión sobre si se debe o no luchar para aplastar al diferente y débil (postura de Magneto) o si se debe domesticar al fuerte para que pueda ser condescendiente con el débil (academia de Xavier), es decir ya no es un problema de convivencia expresado en comic. Se reduce ahora a un titular sobre la historia y las anécdotas de cada personaje, rivalidades y amores internos. Lo mismo ocurre con Batman, dejó de ser crítica para centrarse en la importancia de la biografía anecdótica de tal o cual episodio de su vida.
El arte refleja, transmite o advierte
Las premisas de mis apuntes son que el arte refleja, transmite o advierte y en su desarrollo por lo general choca con lo establecido. En algunos casos ese desenfado al contar las historias a través de cualquier expresión del arte parece hacer tambalear los cimientos de la ideología imperante, sin embargo el discurso suele ser trasformado. Si desea sobrevivir y ser rentable debe ser absorbido por los valores dominantes, alterar superficialmente sus elementos para que se adapten, aunque el fondo de sus estructuras sean las mismas, me refiero a los conceptos (buenos, malos, patria, etc.) Se conservan (intencionadamente) los elementos esenciales que sostienen dichas estructuras, así se cambia de forma, pero no de fondo. Aunque el proceso parezca una gran revolución.

Es por ello que la influencia del Statu Quo en nuestra vida cotidiana es inminente, aunque no la veamos de forma consciente. La cuestión es precisamente cuando el valor imperante anula el diálogo con la propuesta del artista. Se le exige pocas capas de realidad, todo fácil y ligero, quemar el tiempo, que pase rápido, mientras disfrutamos y evadimos. Esa es la propuesta que escribe novelas a partir de palabras claves que aseguran un público, que luego se hacen películas, series, música que amenizan momentos, comedia sobre anécdotas sin profundidad y un sin fin de trabajos de consumo fácil enmarcados en fórmulas de cortesía y supuesta inclusión, digo supuesta porque es claramente impuesta por cuotas y bajo la misma premisa de la paradoja de Abilene.
Hoy el mercado exige que nos identifiquemos con el otro, utilizar frases ya probadas y aceptadas como políticamente correctas, es decir se ha creado una especie de lenguaje en clave a partir de frases de cortesía y post-motivacionales. Estas posturas rutinarias también alcanzan a las expresiones artísticas. El artista siente la necesidad de exponer su imagen para lograr una verdadera identificación con el público. Al parecer ya no es importante lo que se quiere decir, sino quién lo dice o peor aún, quién avala eso que el artista dice y al parecer la presencia de los expertos es lo que garantiza la veracidad del artista. Más allá de ser gracioso el artista debe caer en gracia y jugar a la perfección el reality The Circle (aquí los participantes solo interactúan por chat, juzgan la personalidad, veracidad y autenticad de los demás solo a partir de dos fotografías de perfil y el que tenga más habilidad social gana cien mil dólares) en esté contexto, habilidad social se entiende por el domino del meta-lenguaje de las fórmulas de cortesía y frases motivacionales.
Artista como objeto de arte y espectador como consumidor
Bajo esta perspectiva del mercado el artista se convierte también en objeto de arte, mientras el espectador pasa a ser consumidor, público objetivo. Entretener es la propuesta imperante por lo que el artista que quiera ser rentable debe buscar consumidores que se identifiquen con él, consumidores que se sientan incluidos en sus proyectos, este artista pasa a ser parte del producto y no hay otra forma que siendo anecdótico. Su exposición como ser cotidiano, igual a otros, resulta indispensable. Ya sea que dibuje gatos, como Simon Tofield (Simon’s Cat) o a su propia familia como Yehuda Devir (One of those days, una especie de The Truman Show (1998) sin actores ni critica) Que cante baladas de amor o que la letra diga: «Yo no sé qué hora es en mi reloj, pero sé cuánto vale» la propuesta es un retrato de la anécdota que divierte y entretiene. Pudiera pensarse que es una forma de Naturalismo (retrato de la realidad, sin fijar posición) pero nada más lejos de la realidad. Son anécdotas dentro de la ideología imperante, recubiertos con un tono de aparente despreocupación, cantos al imperio de la felicidad.
La propuesta que se valida con likes, corazones, suscripciones y dinero, que no propone sino que plasma su divertimento y exige reciprocidad o desaparece, ¿es realmente una propuesta? me temo que sin diálogo solo es entretenimiento, marketing y un buen trabajo técnico. Siempre han existido (y seguirán habiendo) artistas que digan y hagan «lo correcto», de acuerdo a la época, que vean el mundo como «debe ser» y que con suerte tengan alguna propuesta técnica. También han existido (y existirán) los que encubren su visión del mundo con códigos, símbolos y fantasías para sobrevivir y los que directamente van por libre en cuanto a la interpretación del entorno se refiere. Como el agua el arte, la humanidad y su conciencia encuentran siempre el camino al mar, así las propuestas que están por allí encontrarán otras ideas en donde anidar y conversar sobre lo mundano y lo divino, sobre la humanidad y sobre las experiencias personales sin la necesidad de la moderación de lo correcto, lo anecdótico ni lo entretenido.
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