viernes, abril 26 2024

Felicidad Blanc: escritora olvidada.

LOS MIÉRCOLES DE MASTICADORES FEM

Por Sergio Fernández Martínez (de la sección: Con firma masculina)

Miércoles, 5 de octubre. 2022

NOTA DE LA EDITORA. De la mano de un joven investigador que centra gran parte de sus esfuerzos en la recuperación y mayor y mejor visibilización de nombres femeninos ligados a la historia de nuestra Literatura, rescatamos hoy este artículo dedicado a una mujer que pasó la mayor parte de su vida bajo la sombra de su marido primero y de sus hijos después, componentes todos de la saga Panero. Como ocurre con determinados árboles que impiden que nada crezca bajo ellos, Felicidad vio muy pronto abortadas sus aspiraciones literarias bajo el peso familiar al que se vio abocada. Sergio Fernández nos da, con su trabajo, la posibilidad de conocerla.

En 1977 se publica Espejo de sombras, de Felicidad Blanc. En él, la autora, conocida sobre todo por sus descaradas confesiones en El desencanto, la película de culto de Jaime Chávarri (1976), construye la línea temporal de lo que puede entenderse como una especie de memorias personales. El libro supuso un auténtico éxito de ventas en España y gozó de una clamorosa recepción inmediata, algo insólito en una obra de este género: se mantuvo durante meses en la lista de los más vendidos, tuvo varias reediciones, fue el precedente de muchos volúmenes similares e, incluso, fue anunciado y reseñado en The Times Literary Supplement. Pero, ¿qué contiene para que haya supuesto semejante hito en la historia de la literatura española? Situado en el cruce de varios géneros, como el testimonio, las memorias, la (auto)biografía y la confesión, Espejo de sombras constituye una superación del espacio autobiográfico más convencional. Felicidad Blanc expone sus recuerdos y se sitúa en el nivel de sus lectoras, asediadas por unas circunstancias similares de represión personal:

«Mis hijos coincidirán más tarde en que hasta la muerte de su padre no me comprendieron a mí, ni se tomaron la pena de pensar quién era yo. Y pienso en tantas mujeres que, como yo, habrán dejado que se oscureciera su inteligencia repitiendo maquinalmente los mismos gestos, perdida la curiosidad por todo, anuladas en una renuncia inútil".

Es muy sorprendente el relato que hace primero de la vida junto a sus hermanos y sus padres —él, el prestigioso cirujano José Blanc Fortacín; ella, Felicidad Bergnes de las Casas, hija de ingeniero y nieta del rector de la Universidad de Barcelona— y, posteriormente, de la vida junto a su marido, el poeta astorgano Leopoldo Panero y sus hijos, Juan Luis, Leopoldo María y Michi. El texto prolonga el mensaje de insumisión con el que Blanc se rebela en El desencanto: al mismo tiempo que tira del hilo de la memoria, también denuncia la anulación de su propia existencia. La represión de la personalidad, la paradójica soledad, el renuncio al mundo interior y exterior propio son algunas de las claves narradas en Espejo de sombras, que podría entenderse como una prolongación de El desencanto. Años más tarde, a finales de los ochenta, Teresa Pàmies, viaja a Astorga, hipnotizada por el entorno tras asistir a un pase de El desencanto. En Jardín hundido (Viaje a Castilla y León), relata: «Sentada en la butaca del Casablanca sentí una gran compasión por aquella madre a la deriva porque la historia que nos contaba Jaime Chávarri no era cine. Era la vida». Sufrimiento, sumisión, dependencia: nociones que aparecen en los cuentos de Felicidad Blanc.

Efectivamente, la obra literaria de Felicidad Blanc no solo se compone de Espejo de sombras: publicó varios cuentos en diferentes revistas del momento —Cuadernos hispanoamericanosEspadañaÍnsula…—, aunque posteriormente abandonó la escritura:

"la casa empieza a funcionar mal, a los niños cuando me hablan apenas les contesto. Y un día me pregunto si vale la pena, si esos cuentos justifican el abandono. Y dejo de escribir. Vuelvo a ser el ama de casa bastante imperfecta que siempre he sido, pero que trata por todos los medios de llegar a ser mejor."

Los cuentos se recogieron parcialmente en Cuando amé a Felicidad (1979), un voluminoso libro en edición de bibliófilo, donde las litografías de Juan Gomila dialogan con los relatos de Blanc. Posteriormente, en 2019, se recogen todos sus cuentos en La ventana sobre el jardín. ¿Y qué podemos esperar de sus cuentos? Blanc elige como protagonistas a mujeres de la posguerra, agraviadas, desvalidas, maltratadas, violentadas o resignadas, y las convierte en narradoras para posicionar en el centro de sus relatos debates y reivindicaciones sociales que aún eran prácticamente inexistentes en el país. Todavía no se hablaba explícitamente del maltrato, de la violencia machista, del divorcio o del rechazo a los hijos y sin embargo, Blanc planteaba estas cuestiones no solo a través de la ficción sino relatando su propia vida.

Desde una marcada posición feminista, la autora coloca en el foco de sus narraciones a mujeres que persiguen una lucha por el reconocimiento de realización personal. Todo ello situado en el contexto dictatorial del régimen, en el que tantas limitaciones encorsetaban las iniciativas de las mujeres. Felicidad Blanc, quien declaró en varias ocasiones que se encontraba «entre dos maneras de vivir o de pensar» utiliza un velado autobiografismo en varios de sus textos: la obediencia al padre, el alcoholismo del marido, su relación con Luis Cernuda o la pérdida de los hijos son algunos de los temas centrales de varios de los relatos reunidos en La ventana sobre el jardín.

Además de esta dimensión literaria —en la que también hay cabida para algunas traducciones, como La isla, del ganador del Goncourt Robert Merle—, algunos datos de la biografía de Felicidad Blanc son aún bastante desconocidos. Por ejemplo, en 1932 Felicidad Blanc funda un equipo de hockey femenino, llamado Aurrerá, junto a Justina Rodríguez de Viguri —que posteriormente sería la primer mujer militante de las JONS— y otras compañeras. Blanc es la capitana del equipo y llega a aparecer en la portada de la revista deportiva Campeón en el número del 26 de diciembre. Asimismo, sus inquietudes artísticas le llevan a explorar otras disciplinas artísticas, sobre todo en el cine. Si bien con El desencanto se iniciaba su faceta como actriz, esta se prolonga en largometrajes como Los restos del naufragio (Ricardo Franco, 1978), El arreglo (José Antonio Zorilla, 1983) o Calé (Carlos Serrano, 1987) y también en una película televisiva dedicada a Eugenia de Montijo, dirigida por Antonio Gala y grabada en 1981, donde Blanc encarna la madurez de la emperatriz.

Por otro lado, Radio Nacional de España le encarga la dirección del programa Retrato de una generación, donde junto a su hijo Michi entrevista a los integrantes de la generación del 27. Posteriormente, Felicidad Blanc realiza también para Radio Nacional el programa Las palabras de las cosas, donde la madrileña visitaba a los invitados en su casa e iban utilizando, como hilo conductor, la descripción de las obras más reseñables o los objetos más queridos que en ella albergaban para ofrecer un breve retrato de su biografía. Sin duda, aspectos que enriquecen aún más la enigmática personalidad con la que Felicidad Blanc se muestra en El desencanto.

En este brevísimo recorrido por la obra de Felicidad Blanc, y también por la vida que se deja entrever tímidamente a través de ella, resaltan como temas principales la nostalgia, el afecto, el silencio. Unos temas que Blanc modela a través de un estilo literario muy particular que descubre a una escritora que siempre vivió a la sombra de su propia familia. Sin embargo, la escritura, la lectura y su poder resultaron reveladores para Felicidad Blanc, pues como ella misma recuerda, «la literatura es lo que nos salva de hundirnos en el olvido».


Pies de foto (por orden de aparición)

  1. Fotografía de Felicidad Blanc.
  2. Espejo de sombras, (primera edición y posterior reedición de hace algunos años) obra que nos acerca a una visión muy particular de Felicidad.
  3. Portada de La ventana sobre el jardín. Cuentos reunidos, en edición de Sergio Fernández Martínez
  4. Películas en las que participó como actriz, Felicidad Blanc, comenzando por la de El desencanto, de Jaime Chavarri. En orden cronológico.

Sergio Fernández Martínez (León, 1992) es Doctor Internacional en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidad de León, España, con la tesis Cuerpo y dolor en la creación poética española (2001-2020). Un estudio desde la fenomenología. En coedición, ha publicado los volúmenes monográficos Territorios de la imaginación. Poéticas ficcionales de lo insólito en España y México (2016), La escritura y su órbita. Nuevos horizontes de la crítica literaria hispánica (2018) y La lupa y el prisma. Enfoques en torno a la literatura hispánica (2020). Se ha ocupado de la edición de los cuentos completos de Felicidad Blanc, reunidos en La ventana sobre el jardín (2019) y los cuentos infantiles completos de Mercè Rodoreda, en Cuentos para niños (2019). Asimismo, ha traducido Jardín hundido (Viaje a Castilla y León), de Teresa Pàmies (2020). Su monográfico más reciente es La poesía leonesa y la Colección Adonáis. Una historia revisada (2021). Fue el ganador del XIX Premi Aurora Díaz-Plaja (2020), otorgado por la Associació d’Escriptors en Llengua Catalana.

1 Comment

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  1. 1
    azurea20

    Totalmente. No tenía ni idea. He visto la película «El desencanto» , he leído a los Panero hijos, sobre todo a Leopoldo María Panero, que me parece un gran poeta, pero de la madre silencio absoluto como escritora. Muy bien que le hayas dado visibilidad.

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