
Sin ser más que un acúmulo seguramente casual -aunque vete a saber- en un cristalón puesto en pie bajo un perchero no más que por un déjalo ahí de momento que tuvo lugar hace ya media docena de años bien cumplidos por lo que está si no en su lugar sí donde se espera que esté: junto a la puerta del aseo del taller.
El taller, ya se sabe: polvo que ganó la guerra hace años y ahora va campando por sus respetos. Únicamente cada cierto tiempo pierde un combate con el trapo y algún limpiador eficaz. Pero él siempre vuelve y se va acomodando según su orden: De a poco. Un poco más. Y así.
En ese polvo se dibujó un demoniejo, (como a otros se les pintan ovejitas en las nubes, o elefantes) al menos así lo vi aquella mañana mientras atendía otras ocupaciones. No era muy feo pero sí lucía un rostro un tanto inquisitorial con ojos amenazadoramente penetrantes bajo el par de cejas desde donde nacía su cornamenta… afilada la cara y prominentes barbilla y nariz… Entorné los ojos y lo vi más claro. Cambie de posición buscando otra perspectiva y ahí seguía. Lo mismo que al día siguiente y al otro lo que descarta un desarreglo por excesos etílicos que por otra parte ya sabes que yo no… No sé por qué no lo borré de un manotazo. Quizás por ver que ocurría o hasta donde duraba la visión.
Antes de una semana había desaparecido pero no para dejar su lugar al polvo que de pleno derecho habita la superficie del cristal sino a la cara de un perro de mirada vivaz y orejas atentas como aquella huskie que se me murió en brazos el año pasado. Hace más de un mes y ahí sigue. He pensado que ha montado guardia tras espantar al demoniejo y se ha quedado en su puesto de centinela. Al contrario que el otro, la perrita sí me ha dejado hacerle unas fotos. No son muy buenas qué le vamos a hacer pero al menos sirven para ilustrar lo que te cuento.
Y ahora ¿qué hago? Quiero decir que mis mañas (y mis manías) de escribir me llevan a imaginar aconteceres alrededor de lo sucedido, a hilvanar historietas con finales lo más sorprendentes que pueda y contar por ejemplo cómo a pesar de mis cuidados un amigo que vino al taller decidió hacer un café y al ir a por agua vio al mismo tiempo un trapo y el acúmulo de polvo en el cristal y de una pasada…después me recriminó por tener aquello tan sucio porque, claro, el no vio nada en el cristal. Dicen, y yo lo creo, que todos los cuentos tienen una brizna de verdad, que la narración parte o incorpora algo que sí sucedió y a partir de ahí la fantasía del autor construye mundos, organiza universos… Si. ¡Pero!
Pensé que lo mejor era ponerla a salvo de posibles amigos higiénicos o batallones de limpieza colocando otro cristal –limpio- delante para que no cayese más polvo sobre la perrita pero creo que voy a dejar que las cosas sigan su curso y tan lentamente como se haya podido formar se vaya desvaneciendo cuando sea su tiempo y quede contenida en el mismo polvo que la ha conformado y me ha sido un regalo que tendrá puesto en mi memoria como Sultán, Drake, Duska…
Escribiendo estas líneas he sabido que se irá sola cuando no haya más demoniejos de los que protegerme y que de ser necesario volverá a montar guardia en ese cristal o en otro o donde haga falta y luciendo colmillo si fuere el caso ¿Qué golosina le puedo dar a una perrita de cristal y polvo? ¿Qué palmada en el lomo?
*** *** ***
N.de A. Siendo como soy dibujante ambiindextro – torpe por igual con ambas manos- pedí a un amigo pintor, Severino García Trapiello, que me ayudase a mostraros la perrita con unos trazos. Y lo hizo --¡Gracias Seve! La gracia o la magia, si es que no son lo mismo, está en que él vio una perrita distinta… y seguro que ya son amigas.
1 Comments
[…] PERRA DE CRISTAL Y POLVO by José Luís Serrano (Masticadores.com) […]