miércoles, mayo 1 2024

Reseña: 1984, de George Orwell La ortodoxia es la inconsciencia by Paula Emmerich

1984 nos presenta un mundo distópico en que rige el totalitarismo, pero en lugar de una trama continua de suspense, Orwell va introduciendo sus ideas a través de descripciones, transcripciones del «libro prohibido» y el uso de frases que encapsulan la esencia del totalitarismo. Resulta por ello una mezcla de novela y ensayo.

En la primera parte del libro, el autor describe este mundo a través de escenas en que Winston Smith, el protagonista, sufre los estragos del régimen: el miedo, la opresión y la pobreza. Lo vemos escribiendo un diario a pesar de su terror, participa en mítines eufóricos en que se ovaciona al Gran Hermano, bebe una repugnante ginebra como única compensación… Winston, deshumanizado, está dispuesto a cometer atrocidades él mismo.

En la segunda parte, Orwell nos da a conocer la ideología detrás de esta realidad monstruosa, introduciendo transcripciones del «libro prohibido». Empieza a narrarnos el por qué. Esto altera la forma natural de una novela, pero despierta la curiosidad del lector. En la parte final, la más cruenta, el protagonista y el lector son llevados a un extremo.

1984 no provee una explicación completa de los factores que conducen a este estado ni las respuestas de cómo protegernos. Sin embargo, el libro nos brinda la oportunidad de sumergirnos en el tema con una buena dosis de drama y otra de cuestionamiento.

1984 te permite capturar la esencia del totalitarismo a través de unas frases y nombres memorables cargados de verdad. Así, tenemos los eslóganes: (1) La guerra es la paz, (2) La libertad es la esclavitud y (3) La ignorancia es la fuerza, ideas que siguen resonando hoy, lamentablemente. Persuadiendo a la población de que la guerra es imperativa o que existe un peligro inminente, se mantiene la paz y unidad interna. La premisa de que el exceso del individualismo causa el caos social lleva a coartar la libertad. Cuanto más ignorante sea la población, más fácil es manipularla.

A través de palabras irónicas, Orwell encapsula la realidad. El Gran Hermano evoca una figura familiar y humana revestida de preocupación por sus hermanos menores. En realidad, es una gran fuerza invisible que abusa de su poder. El Ministerio de la Verdad falsifica la realidad. El de la Abundancia reparte pobreza. El Ministerio del Amor tortura. Orwell introduce incluso un lenguaje nuevo, la Neolengua, que elimina la vaguedad y la belleza del lenguaje con el fin de reducir el pensamiento a su función básica. Porque la «ortodoxia es la inconsciencia».

Es como si Orwell, después de haber identificado y estudiado cada pieza de esta realidad monstruosa, hubiera dedicado tiempo en acuñar el nombre que nos permite aprehender su realidad. El libro es más que una descripción de un estado totalitario: es la denuncia de su esencia.

El autor nos lleva a extremos para que entendamos la obsesión del totalitarismo por controlar la consciencia humana. No basta con perseguir y eliminar al revolucionario. No basta con hacer confesar al hereje. Eso hacían la inquisición y las policías secretas ―fascistas o comunistas―. En 1984, el proceso de control es extremo: el objetivo es que, de mente y corazón, ames al Gran Hermano. Dirás que eso es imposible porque nadie puede suprimir tu consciencia. ¿Estás seguro de ello?

El por qué no queda claramente dilucidado. Si fuera el poder por el poder mismo, bastaría con perseguir y ejecutar a la oposición. Si es fanatismo, se creería de verdad en la visión, pero los dirigentes del Partido violan las reglas impuestas y gozan de privilegios. Megalomanía… Sadismo… Quizá.

Orwell escribe: «… no basta con la obediencia. Si no sufre, ¿cómo vas a estar seguro de que obedece tu voluntad y no la suya propia? El poder radica en infligir dolor y humillación». ¿Es esta obsesión producto del miedo a la soledad y a la muerte? ¿Una búsqueda obsesiva de inmortalidad? Orwell expone a través de un personaje siniestro:

«El ser humano es derrotado siempre que está solo, siempre que es libre. Ha de ser así porque todo ser humano está condenado a morir irremisiblemente y la muerte es el mayor de todos los fracasos; pero si el hombre logra someterse plenamente, si puede escapar de su propia identidad, si es capaz de fundirse con el Partido de modo que él es el Partido, entonces será todopoderoso e inmortal».
Es tarea del lector seguir investigando*. 1984 te insta a preguntar: ¿cómo y por qué emergen y persisten estos Estados totalitarios o autocráticos? ¿Estamos en riesgo? ¿Cómo proteger nuestras democracias?

Hoy vivimos en la era digital. La internet y las plataformas sociales, con su alcance instantáneo y viral, sin mayores restricciones o regulación internacional, están al servicio tanto de aquellos que quieren construir como los que quieren destruir.

Por un lado, estamos bajo el radar del «benigno» Gran Hermano Tecnológico que reúne y analiza información acerca de nuestros gustos, posiciones políticas y preferencias varias. Las Corporaciones ―entes que declaran también estar a nuestro servicio― usan las herramientas para llegar a nuestro pensamiento con el único fin de que consumamos, convirtiéndonos en zombis adictos y compulsivos consumidores.

Por otro lado, las redes también está al servicio de oscuras entidades que difunden desinformación con el fin de afectar nuestra percepción de la realidad, polarizar e interferir con nuestros procesos democráticos. Bombardeados con un flujo inmanejable de desinformación, poco a poco, dejamos de confiar en las instituciones democráticas, la prensa, la ciencia… Estamos siendo manipulados con técnicas psicológicas de marketing y persuasión.

Aunque sería una exageración decir que los riesgos son inminentes, nuestra sociedad y democracia están siendo alterados por algoritmos invisibles que están llegando a tu consciencia. Quien sea que esté financiándolo controla el Poder. Su objetivo: que lo ames.

Abre los ojos, protege tu mente; no caigas en la red de la desinformación y la manipulación.**

Notas:

Puedes descargar el libro gratis en https://freeditorial.com/en/books/1984

*Otro libro que presenta un Estado totalitario en una sociedad distópica es Un mundo feliz, de Aldous Huxley, en que el objetivo también es suprimir la consciencia humana, pero el condicionamiento no se logra a a través del dolor y la humillación, sino por el método contrario: las drogas y el placer, aspecto que aplica a la sociedad moderna. Puedes leer la reseña aquí: https://paulaemmerich.home.blog/2021/08/08/resena-un-mundo-feliz-de-aldous-huxley-sufrimiento-o-hipnosis-que-prefieres/

** Después del brutal ataque de Rusia a Ucrania, me duele confirmar que el totalitarismo sigue siendo una amenaza patente. Aunque el nivel de propaganda en Rusia no me sorprende, me alarma el grado de desinformación que existe en el mundo libre. Latinoamérica y otras regiones (en Europa ha habido manifestaciones a favor de Rusia) están siendo bombardeadas con noticias falsas por medios asociados con el Kremlin. Es imperativo proteger nuestras democracias de la desinformación que socava la objetividad sobre la que decidimos apoyar o no a nuestros gobiernos y sus políticas (a través de la regulación internacional, la educación ciudadana y la responsabilidad individual).

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