Para mí no es la vida probable ni el asombro ante ella; yo carezco de apremios, de fulguraciones y de incisiones desapercibidas. Tampoco me llama el placer trotamundos y aun menos la sabia fecundidad del nomadismo; yo giro en torno a los crepúsculos y mi único rugido es una catarata; yo no soy prisas ni las previsibles furias de una sangre a medio estrenar sino la erosión y las mareas: a mí me surca la calma y mi sombra huele a parsimonia. Así que, si el mundo está apresurado, que se vaya, no importa: ya pasará otro. Y en ése me iré. Estos textos fueron publicados en “Los espejos plurales”, (1996) antología de estudiantes de la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia. EdiLUZ. Maracaibo.