Se siente el bosque hogar de las especies,
extiende los brazos y acuna luces y sombras
en un hábitat natural de equilibrio establecido por el universo
que combina sinergias de fauna y flora,
juego perfecto de límpido amanecer.
El colibrí mensajero cumple la leyenda y concede deseos de amor
a los rayos de sol que se filtran en la frondosa espesura
para adornar de infinito los matices del mosaico de verdes.
Una sinfonía armoniosa se acicala de perfumes al clarear
y música y aromas juegan a regalar belleza elemental
para plasmar herencia de vida a un planeta herido de ignorancia
tras el desdén al respeto de los bienes otorgados por el origen.
La felicidad juguetea dotada de autenticidad
en los lugares inaccesibles para el animal racional
exento de la supuesta cordura innata.
La armonía impera, brota con esplendor,
dibuja mensajes de sublimación.
En lo recóndito se encuentra lo supremo.
Posada de verdad incontenible,
hábitat del proceso de la existencia.