
¡Deja en paz la foto!… y eso de que no estoy guapa.
No fue un buen día…, es que no podía ser bueno que mi mamá ya tuviera una cajita para guardar un rizo y menos aún que mi padre sacase la cámara de fotos… ¿querían tener un recuerdo de mí? Y aquel sonido terrible de la tijera que sonaba como una niña cree que suena la guadaña de la muerte. Y el “no pasa nada, que luego crece” era peor, ¿y si crece para qué me lo cortas?, y la boca apretada pensando mamá mamá mamá… era un sácame de aquí, cógeme en brazos. Pero no podía decirlo, ¿por qué les hacía gracia mi desesperación? … ¿no me iban a cuidar más?…
Luego el pelo creció… por eso quiero tener la foto en el marco sobre la mesilla, para no olvidar cada día que el pelo crece, que hay por ahí otros horizontes a los que tal vez tenga que mirar si alguno de los míos se oscurece… o por si te vas.
(Hoy, al fondo MariTrini en el compact: “….Yo no soy esa que tú te imaginas / la paloma blanca que te baila el agua…”
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