Ya conocemos el importante dato de como, en seis canciones, tallan un par de artesanos o tres, sí no hay abundantes ganas, un útil bloque de basalto, que sólo sirve para algo, cuando se envuelve para regalo. De este modo, cada habitante, desde el mismo día de su nacimiento va ahorrando, los suficientes para levantar su propia vivienda.
Además de esa profesión, la de escultor de monedas, hay otras muchas otras dedicaciones que gozan de gran consideración en este planeta, destaca la de cultivador de setas. Con tanta agua no resulta nada extraño que disfruten de millones de variedades, entre las más estimadas destaca la que denominan: El hongo de la sonrisa, de uso muy extendido, casi diría de uso generalizado entre la población y objeto habitual para intercambio y comercio, siempre valorado de a canso por canso.
Esta especie que procura un sentimiento de alegría y felicidad. Ha desterrado las discusiones y las caras largas de esa sociedad.
De setas no se presenta escasez de ninguna de ellas, las de tallo grande, de casi diez cansos de alto se aplican para la obtención de madera y de fibras de ropa. Muy apreciadas son también las medicinales y las decorativas. Se puede decir que no se considera una mesa bien puesta, si no presenta un colorido y abundante centro repleto, para celebrar cualquier yantar.
De otras partes y otras clases, se obtienen tejido para la ropa; los cristales que mantienen los hogares secos e iluminados. También redes para la captura de la abundante pesca del litoral, aunque por tradición nadie se aleja tanto de la costa como para perder de vista la cúspide de su propia pirámide.
Y esto me lleva derecho a recordar como solucionaron en su momento, el grave asunto de la orientación en un mundo acuático sin rayas posibles ni fronteras precisas.
Pero si eso mejor se lo cuento mañana que ya me va invadiendo el cansancio y eso ya saben que resulta casi pecaminoso en la ubicación actual.
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