viernes, diciembre 1 2023

DOÑA CONSUELO IMAGINA by Reyes García-Doncel

imagen facilitada por la autora

Fragmento de la novela No soporto tu luz. Ediciones en Huida

—Ya le dije yo que esta niña no la iba a defraudar, Doña Consuelo —estaba diciendo su tía el día que terminó la carrera y fueron a la casa grande para agradecerle, por enésima vez, a Doña Consuelo su generosidad.

—Acércate más que no te veo. Muy lista sí… pero siempre fue un poco rabudilla… —A pesar de la delgadez del brazo, la anciana tiró con fuerza de su brazo, le dobló la espalda y la obligó a acercarse a esa cara que había tenido que ver todos los principios de trimestre desde que fue una niña, para agradecerle primero haber pagado la matrícula del colegio, después del Instituto, luego de la Universidad; y para pedirle el dinero mensual del autobús a Sevilla o de los libros que necesitaba. Después de observarla en silencio, la señora pareció satisfecha—: Bueno, se ha puesto alta y tiene el cutis blanco. Ahora busca un buen partido y a casarte: no se te olvide.

—Eso le decimos su madre y yo, que con tantos libros está descuidando lo importante.

—¿Cómo anda tu hermana?

—Ahí… usted ya se imagina.

Y la vieja meneaba la cabeza, mientras las dos miraban al suelo con tristeza. Entonces ella sentía que se ahogaba en esa habitación repleta de objetos de plata, de sillones tapizados en rojo, de alfombras de lana gorda que habrían acumulado todos los ácaros posibles desde que fue allí la primera vez y escuchó esa misma respuesta sobre su madre. Porque ella, a diferencia de Doña Consuelo, no tenía que imaginar nada.

Fragmento de la novela No soporto tu luz. Ediciones en Huida

Reyes García-Doncel

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