lunes, mayo 13 2024

El practicante de Warriors Eskrima

By Javier Salazar Calle

Labtik, Redonda, Amara, Sayaw, Larga Mano, Sombrada, Palakaw, Pakgang, Hubud, Pangamut, Luyog, Karambit, Guro… Un sinfín de extrañas palabras, algunas con reminiscencias al español por su influencia pasada, que me encontré cuando me inicié, hace muy poco, en el camino de las artes marciales filipinas;  concretamente en el estilo de Warriors Eskrima. Fundado por Abner Pasa, que a su vez aprendió diferentes estilos de otros Grandes Maestros (que son venerados por los practicantes de este arte, pero desconocidos para el resto del mundo), el nombre lo pusieron los propios alumnos con necesidad de poder dar nombre a aquello que practicaban para diferenciarse de los demás (un clásico de estas artes marciales filipinas, en las que el maestro no daba ninguna importancia a los nombres que acababan siendo el de la calle donde entrenaban, el apellido del maestro o lo que se les ocurriese). Abner Pasa contaba que no paró de entrenar todos los días durante 10 años hasta que alcanzó un nivel que él consideraba satisfactorio. Eso, claramente, va más allá de mis pobres aspiraciones entrenando dos días a la semana una hora cada vez con mi paciente profesor Mon Ceballos (y los fantásticos compañeros que tengo) y el poco tiempo fuera de eso que consigo dedicarle. Quizás el más conocido de los eskrimadores sea Dan Inosanto, quien enseñó este arte al mismísimo Bruce Lee (quien a su vez lo incorporó en parte al Jeet Kune Do y lo mostró en muchas de sus películas).

Pero ¿de dónde salen las artes marciales filipinas? Pues, simplificando al extremo, en Filipinas había un montón de tribus diferentes que no hacían más que pelear unas con otros de forma constante. Con la de al lado, con la de más allá,  con la de la isla de enfrente… Todas contra todas. Así que prácticamente cada poblado tenía su estilo de lucha que pulían constantemente con batallas a vida o muerte. Es un sistema que, como otros, empieza con el uso de armas y eso luego se transfiere a la lucha sin armas. Fue con la llegada de los españoles, allá por el siglo XVI, cuando empezaron a organizarse un poco más los estilos y a partir del siglo XIX a darle nombres a cosas que hasta entonces era un simple modo de vivir. De ahí la influencia del español y de su lucha de espada y daga en toda la nomenclatura de los sistemas filipinos. Tras diferentes prohibiciones del uso de armas de filo, transfieren su conocimiento, con los ajustes que fueron necesarios, a la lucha con palos, normalmente de caña de ratán (un primo del bambú) que ha hecho más reconocible estos sistemas. Durante muchos años, y hasta bien entrado el siglo XX, los duelos en Filipinas (“Juego Todo”) eran con eskrimadores armados con sus palos y sus cuchillos o dagas, sin ningún tipo de protección y, a veces, a muerte. Eso obligó a que todos los estilos estuviesen bien “afinados” porque necesitaban ser eminentemente prácticos. El propio Abner Pasa participó en muchos de ellos. Hay toda una cultura de historias de duelistas y combates, tan épicos como reales, al respecto. Actualmente, hay infinidad de estilos (y siguen surgiendo nuevos) con sus matices, a veces pequeños y a veces grandes, entre ellos. Algunos son más conocidos y extendidos, otros menos y otros mueren. Es un arte vivo y en evolución. El mío se llama Warriors Eskrima. No puedo decir si es mejor o peor que otros, pero sí que me encanta.

¿Qué me atrajo de todo esto? Los palos, no voy a negarlo. Como si fuese un niño pequeño, eso tan primitivo de pelear con palos (casi tan antiguo como lo de tirar piedras) me atraía irremediablemente y empecé a buscar información, a intentar formarme por mi cuenta y a practicar con algún amigo. Luego me di cuenta de varias cosas:

  • La eskrima filipina es lo más parecido a lo que me atraía, lejos de artes marciales más conocidas como las japonesas o cosas más nuevas como el Krav Maga o el Jiu-jitsu brasileño.
  • Es imposible aprender de una forma ordenada y con sentido por mi cuenta si no tenía una fuerte base previa (por eso empecé a recibir clases hace tres meses)
  • La eskrima es mucho más que una simple lucha de palos. No solo porque se usen más cosas como el cuchillo, la daga, la espada, el pañuelo, el palo largo, el látigo o, incluso varios estilos sin armas; sino porque no es algo primitivo, sino una ciencia bien estudiada (y probada una y otra vez) con una lógica incuestionable, una gran complejidad de técnicas (y una gran simplicidad de ejecutarlas y combinarlas de forma natural) y unas bases de biomecánica y conocimiento corporal muy extensas.

¿Qué beneficios tiene su entrenamiento? Según dice el propio Guro Krishna Godhania (actual líder mundial del estilo) en su página web (www.warriorseskrima.com):

  • Es una forma eficaz de aumentar la concentración y la coordinación y de reducir el tiempo de reacción.
  • Crea una conciencia de usar cualquier cosa como arma siempre que sea posible.
  • El conocimiento de cómo se pueden usar las armas es la clave para poder defenderse de ellas.
  • La transferencia de los principios del movimiento de un arma a la mano vacía, o de un arma a otra, se hace evidente desde una etapa temprana, lo que aumenta la comprensión y la flexibilidad de respuesta.

Yo iría más allá añadiendo algunos otros para animaros a probarlo (busca por Eskrima, Kali o Arnis en Google Maps, https://www.google.es/maps/?hl=es,  y, con suerte, encontrarás escuelas cerca de donde estás):

  • Es diferente a lo que todos tenemos en el imaginario popular sobre artes marciales, lo que lo hace interesante.
  • No hace falta un estado físico especial (nada de patadas voladoras, giros imposibles o saltos espectaculares)
  • Es divertido de practicar y puedes entrenar tanto solo como en buena compañía.
  • Y, ¡qué narices!, te peleas con palos…

2Comments

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  1. 1
    Carlos Usín

    ¿Un pañuelo?

    ¿Un látigo?

    Tío, tú te has convertido en una mezcla de McGyver, Van Damme e Indiana Jones, pero con la mala leche de «Chacal».

    ¿Tan agresivo se ha puesto el tema del curro?

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