
¡Ay, ay! ¡Amores! ¡Qué gran desdicha sois para los mortales! Medea Sentados a la mesa ambos sabéis que miente, cómo si no la boca árida y el tobillo tan púrpura como un amanecer de niebla. Seis euros, un taxi te viene bien andando desde el faro, dijo la espalda. Y ella se refugia en el asiento. Alguna vez tendrá que levantarse y abandonarlo. Se encoge dentro del abrigo por ese frío antiguo que añora la vida que perdió viviendo. Cuando la oscuridad avanza no quiere branquias para casarse. Todas las noches es posible… le susurra el coro de las mujeres de Corinto: el monstruo desarmado… el filo de acero fácil… Más hoy sí se levanta el dolor solo está en el tobillo. Cuando cierra la puerta, seis euros un taxi, se alegra porque no lo verá morir.
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