viernes, abril 26 2024

EL FASCINANTE OLOR A LIBRO VIEJO by Alejandro Gamero. Por Felicitas Rebaque

Artículo de Alejandro Gamero publicado en abril de 2023 en «La piedra de Sísifo» https://lapiedradesisifo.com

Pocas sensaciones hay más placenteras para un amante de los libros que visitar una librería de segunda mano y maravillarse ante la visión de innumerables pilas de libros, con su característico olor a libro antiguo. No es fácil describir esa fragancia, que mezcla algo de humedad con toques de vainilla. Un equipo de químicos británicos analizó el aire que rodea a los libros antiguos utilizando tecnología de última generación y lo describió, con gran precisión, como «una combinación de notas herbáceas con un sabor ácido y un toque de vainilla sobre un olor a humedad subyacente». Un olor, desde luego, muy distinto al que se tendría en una librería que solo vendiera libros nuevos.

Pero, ¿qué crea ese aroma único a libro antiguo? Son cuatro los factores que se conjugan: el papel (y los productos químicos que se usan para fabricarlo), la tinta, los adhesivos que se usan para encuadernar el libro y, en menos medida, el medio ambiente, con los olores que el papel absorbe durante su vida útil. El papel está hecho de pulpa de madera, que se procesa con muchos productos químicos durante su fabricación: hidróxido de sodio, peróxido de hidrógeno o dímero de alquil ceteno, entre muchos otros. Estos productos químicos, a través de su presencia o reacciones, contribuyen a la liberación de compuestos orgánicos voláticos que producen olores únicos. Lo mismo sucede con los químicos que se encuentran en la tinta para imprimir el libro y en los adhesivos utilizados para encuadernarlo. Por último, hay que tener en cuenta que los libros nuevos todavía no han podido absorber nada de su entorno.

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Cuando se trata de libros antiguos, todo se vuelve mucho más interesante desde un punto de vista químico. El factor más destacado en el olor a libro viejo es la descomposición química de los compuestos dentro del papel debido a la presencia de ácidos en el medio ambiente. Investigadores del Instituto ICL para el Patrimonio Sostenible en el University College London estaban interesados en estudiar los olores que forman parte de nuestro patrimonio cultural. Según los científicos, no sabemos mucho sobre los olores del pasado, pero los olores del papel juegan un papel importante en nuestra vida diaria porque nos afectan a nivel emocional, psicológica y físicamente e influyen en la forma en que nos relacionamos con la historia. Teniendo en cuenta esto, ¿se pueden llegar a considerar ciertos olores como patrimonio cultural? Y de ser así, ¿cómo identificarlos, protegerlos y conservarlos? El olor elegido para el estudio fue el del papel antiguo, debido a su reconocido significado cultural. Los científicos descubrieron que la descomposición de la celulosa y la lignina produce ocho clases de compuestos orgánicos volátiles, representados en una rueda de olores: ahumado/quemado, fragante/afrutado/vegetal, medicinal, a pescado/rancio, químicos hidrocarburos, terroso/mohoso, dulce/picante y herboso/leñoso. Los investigadores identificaron los aromas únicos de estos compuestos: el benzaldehído crea un aroma a almendras, la vainillina un aroma a vainilla, el etilhexanol un aroma ligeramente floral y el etilbenceno y el tolueno aromas dulces. De hecho, algunos compuestos, como el furfural, que huele a almendra, se pueden incluso utilizar para determinar la edad de un libro. A diferencia de un libro nuevo, el papel de un libro antiguo absorbe muchos otros olores ambientales, como por ejemplo el humo o el café, para sumarse a su aroma.

Un aroma como este merece tener un nombre que lo designe. Oliver Tearle, profesor en la Universidad de Loughboroug, en el Reino Unido, y autor de The Secret Library: A Book-Lover´s Jorney Through the Curiosities of History, acuñó la palabra «bibliosmia», derivada de las palabras griegas biblio (que significa «libro») y osme (que significa «aroma u olor»). Para Tearle, la «bibliosmia» designa algo que la gente siente que forma parte fundamental de la experiencia de la lectura. «En la supuesta era del libro electrónico, la bibliosmia es una de las armas clave de la resistencia», escribe Tearle. En 2017 un bibliófilo, Arun Prasad, propuso otro término: bibliocor. Prasad explicó que se inspiró que se inspiró en la hermosa palabra «petricor», que describe el olor asociado a la primera lluvia después de un largo período seco. Petricor deriva del griego biblio-, que significa «libro», y del griego ikhor, que significa «fluido etéreo que fluye por las venas de los dioses».

En un artículo para The Guardian titulado «Old Spines: Why We Love the Smell of Secondhan Books», David Shariatmadari presenta dos perfumes que evocan el olor de una librería usada: Paperback (hecho por Demeter) y Dzing (de L´Artisan Parfumeur). En su libro Perfumes: The AZ Guide, los críticos de perfumes Luca Turin y Tania Sánchez analizan cómo la lignina, un polímero que está relacionado con la molécula vainillina, es el ingrediente clave de Dzing. Sin embargo, lo cierto es que aunque se han fabricado más o menos con éxito varios aerosoles con olor a libro nuevo, ninguno de los intentos por fabricar aerosoles con olor a libro viejo ha tenido resultados completamente satisfactorios. Parece que la clave del escurridizo Santo Grial de los olores a libro, que el papel almacenado durante años se descomponga y acabe oliendo bien, es una fórmula indescifrable.

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