“—Nada de eso se nota.
—Eso es parte del problema. Fanny no habla lo suficiente. Se lo guarda todo y cuando sale a relucir, es siempre de una forma indirecta. Eso empeora la situación.
—Hasta el mes pasado yo siempre había pensado que el vuestro era un matrimonio perfecto” (pág. 113, Paul Auster, Leviatán)
Esta mañana he despertado con la frase “escucha tu cuerpo” de la clase de yoga de anoche, pero en el último sueño me encontraba en una cola tremenda donde todos llevábamos dinero en las manos, como se hacía antiguamente a la vista y queríamos depositarlo o comprar una entrada con un tipo desbordado. La fila se agitaba y todos luchaban por ser atendidos.
Las catástrofes humanas se anuncian cuando los individuos luchan por coger el último tren, o buscan superar el obstáculo antes que el mundo detrás se estropee y reduzca a cenizas.
En aquel sueño debía regresar a casa en bus. ¿Los regresos después de las catástrofes son en Bus? Da igual, podemos entender que hemos elegido vivir con tanta soledad, o con tanta individualidad encima de nuestros hombros que parecemos lobos viejos en busca de alimento en una gran ola de nieve en algún perdido y recóndito espacio.
¿Es trágico lo que digo? No, tal vez enuncia los pecados de estas últimas generaciones y que se ha acentuado por cierto. La familia se ha desarticulado, no es aquella de la Mafalda de los años 70, es un acuerdo a lo sumo con otro. Son los hogares monoparentales, no daré cifras, en España, son millones. Y muchos de mujeres solas y su hijo.
¿Qué civilización es esta? De lucecitas individuales metidas en un juego de Tronos donde las pantallas hay que pasarlas, pero detrás hay más de lo mismo. La prueba es en los cambios de liderazgo: en el Reino Unido un joven líder de color marrón con cara de ratón sabio promete que resolverá la angustia de los ingleses, en Italia una matrona moderna, con ojos vivaces y látigo en la mano, anuncia que se quedará 5 años, como si fuera ello una amenaza ante la anarquía italiana.
¡Tiempos difíciles! Tiempos donde confundimos la soledad con el egoísmo al vivir en espacios pequeños. No diré que este camino es el equivocado, pero tal vez podríamos aplicarnos la frase que abre este artículo.
Los matrimonios no son perfectos, pero si hablas, si comunicas, si le dices al oído lo que sientes siempre hay esperanza. Como anoche a última hora al darle el Feliz cumpleaños de 12 años a un sobrino, el Sr M y escuchar de su primer trimestre en primero de la ESO:
—He suspendido en biología. ¡Sr M. no sabe usted que feliz me ha hecho! No es perfecto, ¡qué bien! Eres un tipo que vas a lucharla…
Receta propuesta: Spaghetti a la Pizzaiola
