Ser sensible no es sinónimo de pusilánime. Las personas sensibles, emocionalmente, tienen una mirada, podemos llamarla, mágica, gracias a que tienen más desarrolladala Ínsula, una estructura cerebral muy pequeña situada en la corteza insular, relacionada con el sistema límbico. Ella es la responsable de nuestra visión objetiva y personal de la realidad. Hay científicos que postulan que La Ínsula es el asiento de la conciencia, ya que se recoge todo los que percibimos y experimentamos.
Me considero una persona sensible, ignoro si en mi cerebro, esa Ínsula es más grande o más pequeña, pero sí sé que es la sensibilidad la que …
… me provoca un escalofrío el contemplar la belleza de las estrellas en la noche. Siento que ponen alas de mariposa de luz en mi alma; acarician mi cara.
…me identifica y hace que reconozca al amor, a mi familia, a mi gente, a la vida, al universo.
… me provoca el llanto: nostálgico, alegre, emocionado, o doloroso, cuando algo o alguien me hace daño.
… desata mi compasión por los que sufren.
… me abriga con la soledad de los desamparados.
… suscita mis caricias en las manos del enfermo, o las sonrisas compartidas en los ojos de un niño.
… da alegría a mi canto y pone música en mi corazón.
… me permite sentir, empaparme de los que están a mi lado, día a día, apreciando su fuerza y la energía que me transmiten cuando yo estoy más débil. Gracias.
… mantiene a mi lado a los que ya no están porque agotaron su tiempo. Siempre demasiado pronto. Llenando con su recuerdo el vacío que dejaron en el corazón.
Sensibilidad que aviva mi emoción y provoca estas palabras que lanzo al viento para que vuelen lejos, lejos, palomas mensajeras de afecto.
Sensibilidad por la que aprecio el amor de los que están a mi lado, la que no se lleva el recuerdo de los que ya me olvidaron.
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