Esta mañana, amanecí recriminándole a las sombras de mi pasado. Lo hice, mascullando…
Papá, ¿recuerdas cuando te pedía que juguemos a la taza de té y tú me decías que estabas cansado, que solo te deje un rato y que luego lo haríamos?, recuerdo también que ese tiempo no llegaba nunca.
¿Y tú mamá?, ¿recuerdas que te pedía que me entiendas y que seas más compresiva conmigo?, no sé si lo he olvidado, pero no recuerdo haber tenido un tierno abrazo, tampoco escuché un te quiero de tu parte; es más, ibas a mis eventos de mala gana y me reprochabas hasta cuando jugaba sola. ¿Acaso merecía lo que otro te quitó?
Tú sabes a qué me refiero.
¿Qué me dices tú, hermano?, cuánto te había pedido que nos mantengamos unidos (al menos nosotros) y solo de esa forma seguiríamos sosteniendo de este hilo deshilachado, esta pequeña demostración de afecto que emergía de vez en cuando.
Todo esto ocurre mientras abro los párpados con dificultad y luego voy camino hacia la ventana para recoger la cortina.
Mientras lo hago, analizo y pienso que crecí con esa idea inventada de no mostrar amor alguno, bajo el falso concepto de la infelicidad del autoengaño. Sin embargo, pese a que mi jardín se envenenó de sentimientos negativos, la cáscara que me envolvía hizo que naciera en mí todo lo contrario.
A veces me olvido cada tanto que no debo recordar y al mismo tiempo, recuerdo que no puedo olvidar. No obstante, el tiempo hizo que casi borre aquellos malos momentos; las horas me hicieron recordar que puedo ser quien yo quiera ser y regar con amor a quienes me rodean.
Por eso… hoy disfruto cada mañana cuando despierto arrebujado en tus brazos, mientras siento ese aroma que despide brisas y acaricio tu tersa piel, del que me alimento cada día.
Es extraño verte allí dormido, ¿sabes?, aun me ocurre que no creo lo que ambos vivimos y sonrío como una tonta conmigo misma por tenerte a mi lado.
Eso no es todo, en la habitación colindante duerme nuestra pequeña, con quien comparto al té de niñas dentro de su tienda favorita, con quien invento nuevos juegos para mantener intacta esa fantasía. Todo porque no quiero que seas lo que otros quisieron de mí y continuar ese legado de felicidad enmascarada.
Ahora solo somos los tres y es más que suficiente. Porque nadie más que yo sabe que he perdonado mi pasado y convivo con amor el presente.
Sobre todo, lo hago para que me recuerden.
https://constelacionliteraria.wordpress.com
Papá, ¿recuerdas cuando te pedía que juguemos a la taza de té y tú me decías que estabas cansado, que solo te deje un rato y que luego lo haríamos?, recuerdo también que ese tiempo no llegaba nunca.
¿Y tú mamá?, ¿recuerdas que te pedía que me entiendas y que seas más compresiva conmigo?, no sé si lo he olvidado, pero no recuerdo haber tenido un tierno abrazo, tampoco escuché un te quiero de tu parte; es más, ibas a mis eventos de mala gana y me reprochabas hasta cuando jugaba sola. ¿Acaso merecía lo que otro te quitó?
Tú sabes a qué me refiero.
¿Qué me dices tú, hermano?, cuánto te había pedido que nos mantengamos unidos (al menos nosotros) y solo de esa forma seguiríamos sosteniendo de este hilo deshilachado, esta pequeña demostración de afecto que emergía de vez en cuando.
Todo esto ocurre mientras abro los párpados con dificultad y luego voy camino hacia la ventana para recoger la cortina.
Mientras lo hago, analizo y pienso que crecí con esa idea inventada de no mostrar amor alguno, bajo el falso concepto de la infelicidad del autoengaño. Sin embargo, pese a que mi jardín se envenenó de sentimientos negativos, la cáscara que me envolvía hizo que naciera en mí todo lo contrario.
A veces me olvido cada tanto que no debo recordar y al mismo tiempo, recuerdo que no puedo olvidar. No obstante, el tiempo hizo que casi borre aquellos malos momentos; las horas me hicieron recordar que puedo ser quien yo quiera ser y regar con amor a quienes me rodean.
Por eso… hoy disfruto cada mañana cuando despierto arrebujado en tus brazos, mientras siento ese aroma que despide brisas y acaricio tu tersa piel, del que me alimento cada día.
Es extraño verte allí dormido, ¿sabes?, aun me ocurre que no creo lo que ambos vivimos y sonrío como una tonta conmigo misma por tenerte a mi lado.
Eso no es todo, en la habitación colindante duerme nuestra pequeña, con quien comparto al té de niñas dentro de su tienda favorita, con quien invento nuevos juegos para mantener intacta esa fantasía. Todo porque no quiero que seas lo que otros quisieron de mí y continuar ese legado de felicidad enmascarada.
Ahora solo somos los tres y es más que suficiente. Porque nadie más que yo sabe que he perdonado mi pasado y convivo con amor el presente.
Sobre todo, lo hago para que me recuerden.
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1 Comments
Buen escrito, felicidades