
Más de una vez, el agente Jurgen Dousen recuerda a su padre decir que cada lugar es, en realidad, dos: el que es durante el día y en el que se convierte en la noche. Obviamente, Jurgen no podría estar más de acuerdo, y lo entiende como un comentario muy sabio de alguien que pasó aún más tiempo que él en el famoso parque Vondel.
De día, el parque es tan pintoresco que resulta difícil decidir qué admirar. Repleto de veredas, praderas y canales de agua, todos entrelazados como una maravillosa red de araña, Vondel ostenta todo lo que un buen parque puede ofrecer, en un entorno natural, inigualable en el resto de Ámsterdam. De día, todo tipo de actividad sana ocurre aquí.
Pero de noche, la historia es distinta.
–¡Oficial! ¡Oficial! –grita una joven voz femenina. Al virarse, el agente detecta a un grupo de gitanos, probablemente de Leidseplein, sentados bajo un faro en el mismo banco donde esa misma tarde una madre le cambió los pañales a su inocente bebé. –Necesitamos su ayuda, por favor –continúa la voz.
El agente Dousen decide ir a ellos, pero lo hace con poca prisa porque sabe que no es urgente. Cuando llega, la chica le explica que lo único que necesitan de él es un mechero para prender el cigarrillo de marihuana inmenso que orgullosamente le muestran. Luego de encendérselos, le ofrecen un poco que rechaza y él continúa su camino. Sin duda alguna, el parque Vondel no fue intencionado para estos pasatiempos.
En la grama bajo uno de los puentes del canal Singlegracht, por donde los famosos taxis náuticos pasan todo el día, ahora de noche se ve algo muy diferente: una mujer dándole sexo oral a un joven mucho menor que ella. -Probablemente es una prostituta -piensa el agente, pero no hace nada para detenerlos. Después de todo, la ordenanza nueva se lo prohíbe.
Anunciada por el director de urbanismo de Ámsterdam, Paul Van Grieken, la premisa de la ordenanza es que los esfuerzos policíacos deben ser dedicados a combatir delitos que causan molestia a terceros, en vez de actos como la fornicación, que no inoportunan a nadie. -¿Por qué intentar controlar algo incontrolable que causa poco o ningún estorbo a los demás visitantes y que, por otro lado, a algunos les da mucho placer? -opinó Van Grieken en la prensa, añadiendo -No es que el sexo en público deje de ser delito. Sino que la policía hará la vista gorda para concentrarse en asuntos más graves, como lo son los perros sueltos, que estorban a muchas personas.
El agente Jurgen Duesen, pues, continúa su ruta por el parque Vondel sin detener a nadie: ni a la pareja en posición de cuatro bajo el árbol; ni al trío que se baña en la fuente; ni al grupo desnudo que baila flamenco frente al Museo de la Historia del Cine; ni al señor que se masturba de pie en el medio de la tarima del anfiteatro; ni a la orgía de docenas en las chorreras, columpios, sube y bajas y, en fin, por todas partes del parque de niños de Groot Melkhuis. Eventualmente, Jurgen llega al punto central del parque, donde está la estatua del poeta Joost van del Vondel, con la placa que lee: Si mi destino es perder mi dignidad, que sea con la corona bien puesta en la cabeza.
Ahí, el agente Duesen espera un tiempo, y se le escapa una sonrisa cuando ve aparecer a la distancia una figura que camina a paso acelerado hacia él. Cuando llega esa figura, le abraza y dice:
–Buenas noches, agente Duesen.
–Muy buenas noches, director.
–Finalmente añade Van Grieken.
Y sin decir más, el agente y el director de urbanismo se besan y comienzan a desvestirse. Desde lejos, un perro suelto se escucha ladrar.
2 Comments
Bueno!!!!!
[…] DE NOCHE EN VONDEL by Ricardo Martí Ruiz — MasticadoresEspaña […]