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Confesión de un asesinato by Celia Pérez León

Ser. Desde un punto de vista filosófico, somos a partir del reflejo que vemos de nosotros mismos en los demás. Por ende, no somos sin los demás. Esta es la conclusión más básica para comprender porque todos formamos una sociedad. Es por este extraño acto de dependencia colectiva que en la infancia somos solo un reflejo de nuestros padres. Somos demasiado jóvenes y copiamos los actos cotidianos que vemos para formarnos como personas. O quizá es al revés y venimos sin configuración para poder aprender a ser antes de serlo. Como sea, a la edad de los 10 o los 12 tendrás formateada una configuración de la fábrica de mamá y papá. Si a mamá le gusta el chocolate, probablemente te guste el chocolate. Si mamá te abraza, probablemente abraces a tus amigos. Si papá lee, comenzarás a leer. Si papá y mamá colaboran en casa, tú colaboraras en casa. Porque vas a ser lo que ves antes de poder reflejar. Haré una pequeña pausa para pedirles que recuerden este precioso proceso de formación. Será necesario para que entiendan quien soy.

Llegas entonces a la adolescencia. Esta será, probablemente, la etapa más difícil de tu vida. Volvamos al ser. ¿Que eres ahora? Bueno... Ahora eres menos de lo que eras en la infancia. En tu niñez eras un molde, una esponja que absorbía. Ahora, miras a tus amigos, y ves que, oh, esperan que seas como ellos. Miras a tus padres, que aprendieron que eres lo que ellos son y te dirán, estás demasiado rebelde, nosotros no te hemos enseñado eso. Oh, cuanto se equivocan los padres con esa maldita frase. Miras a tus familiares lejanos y te dirán, has cambiado. Hasta tus profesores querrán decirte quien eres. Querrán decirte quien eras. Querrán decirte quien tienes que ser. Todos somos lo que se devuelve de los demás, quizá este sea el fenómeno que nos hace querer cambiar a quienes nos rodean. Quiero ver que me quieren en los ojos de mi novio. Quiero ver que soy divertido en la risa de mis amigos. Quiero ver que soy fuerte... Quiero ver que soy poderoso... Quizá mi padre me enseño a ver las cosas demasiado literales. Vuelvo a pedirle que recuerden la ira de las voces sobre el adolescente, que quieren que “seas”, cuando tú comienzas a ser.

Finalmente llegamos a la edad adulta y lamento decirte que ahora sí que no eres. Si en la infancia estabas formándote, en la adolescencia probablemente te hayan deformado y el rastro de tu existencia, en tu mente y tu cuerpo, será quizá menos de la mitad de lo que debería ser. En cambio, habrás aprendido a “ser”, como tus padres quieren, como tu madre quiere, como tu tío quiere, como tu profesor quiere... Y a su vez todos ellos se habrán visto afectados por ti en esta extraña masa a la que todos llaman sociedad. Seres dependientes, que solo saben ver quiénes son en el otro. Quizá... Quizá sea por eso que no somos capaces de afrontar nuestra responsabilidad. Porque parece que la sociedad nos dice que no estamos dotados de identidad.

Mi nombre es Frederick, pero yo no he matado a las 5 mujeres por las que están interrogándome. Mi padre las mato, a golpes, como golpeaba a mi madre. Mi abuelo trajo el cuchillo, gritando que tengo que ser un hombre y hacerme cargo de mis mujeres. Mi amigo de la secundaria las llamo putas, porque todas las mujeres lo son. La madre de él, les dijo que los hombres solos servían para una cosa. Mi madre limpió la sangre del suelo, en un estúpido afán de quitar los rastros de los errores de mi padre, como hizo mandándome lejos de casa. Mi profesor de medicina le dijo a mi padre donde exactamente debía clavar el cuchillo, para acertar a la perfección y acabar el trabajo de los golpes. Y mi vecino, el que quemo a su perro y me explico cómo hacerlo, él las quemo a las cinco. Luego están ellas. Nunca los miraron como ellos querían ser. No. No les dieron en su mirada la fuerza y el poder que ellos querían ver en mí. No les dieron nada. ¿No son, por esto, también culpables de sus propias muertes?

Que mi cuerpo fuera utilizado por estas personas no es mi responsabilidad. ¿Cómo iba a matarlas yo, si siempre he tenido menos personalidad que una mosca? Sin embargo solo alguien me quiere lo suficiente para apretar el gatillo.

Esta vez sí soy...

Yo.

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1 Comments

  • No existe el individuo, si no personas, partes de un cuerpo social.Frederik somos todos, por eso debemos hacer de mundo lo mejor posible, ama a tu prójimo como a ti mismo.
    Un llamado a nuestra conciencia, buena lectura.

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