
Este nombre tan chulo me lo puso mi hermano Antonio, que sabe mucho de fútbol y dice que es el de un jugador italiano muy bueno.
Porque yo nací en Sevilla, el 18 de septiembre del 2003, en los jardines de unos bloques del Porvenir. Cuando tenía solo dos días, mi hermana Reyes me libró de un negro destino y me llevó a casa metido en el casco de su moto. Ella y mi madre me criaron dándome leche con un cuentagotas. Entonces dormía dentro de la papelera de mimbre, envuelto en una manta eléctrica; pero ahora ya soy mayor, y tengo cuarto propio, que mi familia utiliza como cocina.
Me gustan mucho las latas de paté de atún, pelearme con las cortinas, restregarme en la ropa recién planchada, trepar por el jazmín de la terraza y jugar a esconder las gomillas del pelo. Pero lo que más me gusta de todo es permitirles que duerman la siesta conmigo, tumbados juntos en el sofá del salón.
Tengo mucho trabajo en la casa: los despierto por la mañana llamando a cada puerta, y no paro hasta que compruebo que se han levantado; mantengo a raya los mirlos y las salamanquesas de la terraza (ya están todas sin cola); ayudo a estudiar a mis hermanos, me siento con ellos y les aguanto los apuntes con mis patas para que no se les cierren. Por la noche, cuando los dejo dormidos, subo al tejado y recorro hasta el final de los bloques, mi madre no lo sabe, donde observo la gran avenida ruidosa que nunca he cruzado.
Mi vida sería muy feliz si no tuviera todavía algunos problemas sin resolver: ¿Qué guardan dentro de las cajas del trastero? ¿De dónde viene el agua que sale por la ducha? ¿Y a dónde se va la del váter? ¿Por qué se mueven tan rápidos los papeles de la impresora? … Son cuestiones importantes, tendré que seguir investigando.
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