Subir al inicio

PI RA MI DE by José Luís Serrano

Dibujo del autor

  En aquellas que anduvo Anthul de aquellos modos…, fue en una tarde de verano en aquel pueblo tan cereal, tan de secano. Por la mañana ya habían tenido guerra de mangueras y no era cosa de ponerse otra vez perdidos de agua, pero algo había que hacer para que el tedio no acabase por arrastrarles al teuve…

Anthul pensó en enseñarle a hacerse sus propios recortables y le llamó: ¡Nesthul…, mira qué te enseño! Y allá fue el niño con sus confiados cuatro años a ver qué otra ocurrencia había tenido su padre…

Anthul sacó ceremonioso la caja del compás y el tiralíneas sabiendo que aquellos objetos despertaban la admiración de su hijo tal vez porque tenían su propio estuche y acaso eso les proporcionase un aura especial…, y que el tiralíneas se llenaba con un depósito raro que tenía una goma como pulsador… Anthul trazó en un folio un círculo lo más grande que pudo después de haber hallado el centro con dos rectas…, todo ello, claro, con la oportuna narración para que el chaval no perdiera detalle. Y dividió el círculo en seis para trazar un hexágono con sus tres diagonales para tener seis triángulos, cosa que al rapaz no impresionó en modo alguno; pero su padre tenía más cartas en la manga: tachó dos de los seis triángulos y después de retrazar en más grueso los cuatro restantes y añadir el cuadrado que sería la base y unas líneas de doblar por aquí para las solapas en las que se pondría el pegamento y dárselo al chaval después de haber escrito PI RA MI DE a razón de una sílaba por cara… “Hala, coge las tijeras y el pegamento y a ver si sabes…, ¡o si puedes!”, o algún otro reto por el estilo con que picar al chico…

Y ahí le tienes recortando con cuidado, doblando con cara de “ves como sí…, mmm…, qué creías….”, y poner la cola en su sitio con cuidado y presionar un poco… Y ver que el dibujo dejaba de serlo para transformarse entre sus manos, con su trabajo, en un objeto con volumen…, la luz en los ojos del niño no fue menos que la que hubo en los ojos de Arquímedes corriendo feliz por Siracusa el día de su ¡Eureka!

Y aquel verano fue dibujar figuras con solapas para recortar y pegar tratando de descubrir antes qué figura saldría y cómo se llamarían aquellos objetos…, así, del cubo al dodecaedro y a los complejos recortables de Escher a la papiroflexia…, y al arquitecto que casi es Nesthul hoy, diecinueve años después…, y dice Aka que sí, que vale, pero que luz como la de la tarde aquella de la PI RA MI DE, ¡ninguna!…, y ya te digo yo que emoción en él cuando lo cuenta, tampoco… Hasta la lágrima feliz a veces, ¡que lo he visto yo!

Categorias

Deja un comentario

Facebook
Twitter
LinkedIn