By R. F. Bravo

Nos parece que la vida es una larga… aunque a veces muy corta… línea que va en solo una dirección, hacia delante. Nos creemos viajeros sobre un camino que se anda día a día siempre hacia delante también pues miramos el almanaque y vemos que los días van avanzando hasta llegar al día 30 o 31 y todo avanza entonces hacia el próximo mes, meses que igual que los días también van implacablemente hacia delante, hacia el futuro. Nos damos cuenta de esto pero no de que es un espejismo. Y, ¿Cómo nos damos cuenta de que todo esto es un espejismo? Te lo diré, con la ira…
La ira, el cabreo, el famoso encabronamiento que posiblemente nos espera cada vez que salimos a la calle y se nos cruza un gilipollas es la que nos enseña y nos demuestra que no hemos aprendido a vivir ni a entender lo que es esta vida. Cada vez que tropezamos con alguien que nos jode el día, tenemos ocasión de aprender que la ira, que resulta después de esos momentos desagradables, no es otra cosa que el tiempo liándose a nuestro alrededor. El tiempo que no tiene rumbo, ni dirección ni motivo, que no es más que una idea que a alguien se le ocurrió un día, hace muchos siglos, y que la hemos creído, como dogma religiosa, aunque muchos sean ateos.
Creo que todos ya habéis entendido porque la ira nos demuestra, científicamente, que el tiempo es relativo al enfado y el enfado marca el paso, o no, del tiempo. Así que de línea recta hacia delante, hacia el futuro nada, y esto, aunque os deje con los pies colgando, es la verdad y la tenéis que asumir, digerir y aceptar. El tiempo es algo inexorable, mágico, inquieto, sin dueño, sin amo, sin explicación. También efímero, enigmático, escurridizo, cambiante y todo poderoso. Sin decir elusivo, invisible, cobarde, maricón y travieso…
Ahora hacia los cornudos del arte, no del arte moderno como escribió Dalí, sino del arte contemporáneo, del arte que ahora hace mella en los museos de Europa y Estados Unidos. Pero primero preguntareis: ¿Quiénes son los cornudos? Venga, con mucho gusto os contesto que sois vosotros, los amantes del arte. Si, ¿no os habéis dado cuenta que el arte os está pegando los cuernos “pa-arriba y pa-bajo”? Lo que pasa por arte hoy en día, mare meua! A nadie se le hubiera ocurrido que un vaso de agua, a medio llenar, que una carretilla con una planta encima, que un plátano pegado a la pared, que toda esta basura, convertida en arte por obra y gracia de que el que la hace, la presenta, la “crea” diciéndole al mundo: “soy artista”, nadie la considerara verdaderamente como arte.
Pero te pegan un plátano en la pared y una galería famosa…de Paris…lo acepta como obra de arte legitima, la expone (esto fue en Art Basel Miami Beach 2019), y ya está, ya se ha hecho arte de algo que lo compro el “artista” en Mercadona por cincuenta céntimos. Pero a la marchante la han engañado. ¿Acaso algo se convierte en arte porque el que lo ha hecho dice que como el es un artista que todo lo que toca arte es? Entonces qué bien lo hizo Piero Monzoni en 1961 cuando vendió su mierda enlatada y la título “Merda d’artista”, y la vendió al precio del oro. A pensar artistas del mundo…
Pues pensando en esto me he cabreado y se me ha confundido el tiempo. Así es la vida, así es el arte. Aquí, os hablo desde mi València querida y hasta pronto. Un saludo.
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