Subir al inicio

DAMA DE LEVKAS by Reyes García-Doncel

Imagen facilitada por la autora

El paseo nocturno por la isla de Levkas me descubre una mujer vieja sentada en el porche de un edificio decrépito, lo que pudo ser un antiguo hotelito.

Va vestida de negro con un traje algo infantil de mangas cortas, cuello de encajes y una chaquetita de punto. Es un atuendo elegido cuidadosamente, que completa con una pamela adornada con lazo, como si se hubiera arreglado para la fiesta de cumpleaños o la  primera comunión de una amiga.  Se sienta con las piernas muy juntas y las manos recogidas sobre la falda, en actitud formal, de niña obediente. Pero su maquillaje excesivo, de colores fuertes sobre una piel muy blanca y un pequeño collar de perlas, te recuerda que no es una niña sino una anciana.

Podría ser un personaje literario, se merece una historia. Quizás tuvo un pasado con éxito, en una familia ilustre, quizás su marido fue un rico comerciante veneciano, y en algún momento, no sabemos por qué, todo se vino abajo… Pero ella sigue ahí, con su traje y su sombrero, anclada en el pasado dispuesta a frenar aquel tiempo en el que lo tuvo todo.

Porque hay algo de desafío divertido, de travesura, en su forma de sentarse delante de ese decrépito hotelito mirando de frente a los paseantes, con los ojos muy vivos, descarados, para que quien se encuentra su mirada detenga sus pasos instintivamente,  y se pregunte: ¿Quién es? ¿Cómo llegó a estar así? ¿Por qué muestra su desgracia a todos? Entonces, cuando comprende que su travesura ha funcionado y te ha sacado de la rutina, sonríe con satisfacción: “Yo sé que parezco loca, quizás lo estoy, pero no quiero esconderme porque la locura existe, en otras vidas lejana a la tuya”.  Solo eso te dice: “Yo sé porque he llegado a estar así, y tú no”

Y te alejas de aquel lugar con la extraña sensación de que hay un secreto que se te escapa, y de que ese secreto algún día podrías conocerlo tú.

Reyes García-Doncel

Categorias

Deja un comentario

Facebook
Twitter
LinkedIn