Cuando llegó el quinto barco español, obligaron a Inti a ir a trabajar en la mina de Sumak Urqu. Las horas dentro de los estrechos túneles eran largas y asfixiantes, pero a los conquistadores poco les importaba las vidas que se cobraran en las galerías, mientras la plata, saliera en las sacas arrastradas por los niños.
Wara la mujer de Inti, suplicaba todas las noches a la Pachamama que protegiera a su marido de las profundidades del cerro, pero está, no escuchó sus ruegos.
Una noche de tormenta, uno de los pasadizos de derrumbó, dejando a varios hombres atrapados, entre ellos al joven Inti. Wara desesperada, salió corriendo rumbó al cerro para socorrer junto al resto de los empleados a su marido, pero el patrón Francisco, no lo permitió y murieron todos asfixiados.
Furiosa, despechada y con el corazón desgarrado, Wara, se vistió de hombre, cortó su pelo y se presentó delante del español, para guiarlo dentro de las galerías más superficiales para una de las visitas rutinarias. Perderse en las bifurcaciones eran muy fácil, y lo sabía muy bien por las palabras de su marido. Por ello, llevó al patrón lo más recóndito que pudo, pasando por galerías y pasadizos que los llevaban a la profundidad.
Cuando el resto de los hombres se dieron cuenta del engaño, ya era demasiado tarde. La Pachamama ya estaba furiosa y la diosa se los quedó.
—Por eso no dejan entrar mujeres en la mina. Se pone furiosa y desaparece la plata o los mineros.
—¿Por la Pachamama? Papá.
—No, por la Wara, que se dice que deambula por los túneles en busca de hombres, para engañarlos y llevarlos a las profundidades, de donde nunca son capaces de regresar.
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