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El otro jardín by Paula Castillo Monreal

El hombre mucho mayor que ella le cogió la cara con las manos. Sentados muy juntos en uno de los bancos, él le hacía carantoñas y dejaba caer la cabeza sobre su pecho mientras ella continuaba con la mirada perdida. No se sabía muy bien lo que quería. Quizá solo quería estar cerca de ella, mirarle sus manos y retenerlas en las suyas. Acariciarla. Adivinar sus pensamientos. Despedirse. Besarla por última vez. Ella sin inmutarse miraba a través de los pájaros que jugaban con el agua de la fuente. Él le atusaba el pelo, le sacudía las migas de la falda y, con un pañuelo le limpiaba las babas. Hasta que el grito hizo que se espantasen las voces que resonaban sin descanso. El hombre berreaba mientras se sujetaba el dedo que no dejaba de sangrar. La mujer enseñaba los dientes rojos simulando la risa. Al regresar de la enfermería él volvió a sentarse junto a ella. Esta vez dejó un espacio entre los dos. Tal vez la muerte le vino por una infección.

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