Esa noche se limpió los pies en el felpudo de la impaciencia: en él dejó agobios y prisas.
Colgó en el perchero la capa de la rutina cargada de los actos manidos e inconscientes que realizaba cada día. Se despojó de la abrumadora mochila de mujer perfecta.
Se detuvo esa noche…
Podía haber sido cualquier otra, pero fue aquella en la que recibió la noticia de que una persona querida emprendía una ardua batalla contra el dragón de una dura enfermedad.
Esa noche…
Se detuvo esa noche…
Podía haber sido cualquier otra, pero fue aquella en la que recibió la noticia de que una persona querida emprendía una ardua batalla contra el dragón de una dura enfermedad.
Esa noche…
levantó la mirada del suelo a un cielo abigarrado de estrellas y se sumergió en su inmensidad como si fuera la primera vez que percibía ese manto lúminico sobre su cabeza.
Respiro la brisa que le besaba la cara. Escuchó la melodía que componía al deslizarse entre las hojas de los árboles: sinfonía imperceptible para los oídos saturados de ruido. Se contempló en la sombra de la luna y se diluyó en el silencio de su reflejo plateado. Se sintió afortunada, clarividente.
Respiro la brisa que le besaba la cara. Escuchó la melodía que componía al deslizarse entre las hojas de los árboles: sinfonía imperceptible para los oídos saturados de ruido. Se contempló en la sombra de la luna y se diluyó en el silencio de su reflejo plateado. Se sintió afortunada, clarividente.
Fue esa noche…
cuando decidió ser dueña de su tiempo, el que fuera que le hubieran asignado. Juró que nada ni nadie le haría volver a precipitar sus pasos.
Esa noche…
se abrazó a la vida e intercambiaron un juramento de amor: la vida no pasaría sobre su tiempo sin dejar rastro ni poso, y ella transitaría por la vida absorbiendo toda su intensidad, su magia y su misterio. Se la comería a mordiscos.
Esa noche…
se abrazó a la vida e intercambiaron un juramento de amor: la vida no pasaría sobre su tiempo sin dejar rastro ni poso, y ella transitaría por la vida absorbiendo toda su intensidad, su magia y su misterio. Se la comería a mordiscos.