Eran las dos de la madrugada. Sentada en un peldaño de la escalera de la casa deshabitada, esperaba a que se manifestara de nuevo. Sentí un escalofrío por todo mi cuerpo. Fue entonces cuando apareció frente a mí, como una holografía.
Me observó a través de esos ojos fríos, parecía como si su mirada quisiera hablarme inquiriéndome sobre objetos de la casa desaparecidos. Costaba escuchar lo que intentaba decirme, parecía como si hablase para adentro.
Instantes después, la mujer desapareció tras las sombras, fundiéndose en negro.
Neus Bonet i Sala
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