También en esta sección de EnfemeNilo iremos descubriendo los nombres de aquellas mujeres que llegaron a alcanzar poder en el Antiguo Egipto, más allá de los grandes nombres que han llegado cargados de leyenda a nuestros días (nombres que no obviaremos pero que redescubriremos).
Desde los comienzos de la historia egipcia es fácil encontrar nombres de mujeres que llegaron a poseer gran poder y, aunque solo un puñado llegó a reinar como tal, hay más nombres vinculados al poder de algún modo.
Contaba Manetón, sacerdote e historiador del siglo II, que existía una ley por la cual una mujer podía llegar a reinar en Egipto, ley que parte de las primeras dinastías de su historia. Pero en realidad pocas llegaron a ocupar el puesto más alto de la sociedad egipcia. En el caso de aquellas que reinaron junto a sus esposos y parecieron tener un poder similar, es cierto que su cargo solía representar la maternidad, la creación, la familia, aquella que complementa al faraón, pero cabe señalar que dichos conceptos poseían un gran estatus e importancia en el mundo egipcio. Sellos sobre cerámica con el nombre de Neith Hotep
Sellos sobre cerámica con el nombre de Neith Hotep
Curiosamente, desde el primer momento de la historia del Egipto unificado (Norte y Sur) aparece ya el nombre de una esposa-reina de gran importancia. Se trata de Neith-Hotep, tan ligada al comienzo del Egipto faraónico que se trata de la esposa del rey Narmer, el unificador de Egipto. Se ha creído durante mucho tiempo que él, perteneciente al Alto Egipto, y ella, proveniente del Bajo Egipto, simbolizaron con su matrimonio la unión y paz entre ambas tierras. Pero, cuando esta reina murió, le fue construida una tumba de tales características que se pensó que se trataba de la tumba del propio monarca. Dicha tumba era una mastaba que Jacques de Morgan descubrió en 1897 y que se encontraba en Nagada, lo que creó la teoría de la procedencia de la reina de la élite de Nagada. Como esposa principal del rey fue su hijo Aha quien heredó el trono de Egipto iniciando así la primera sucesión tras la unificación y, por lo tanto, se la consideró parte fundamental de los comienzos de la historia de Egipto. Ella y Narmer son el primer matrimonio Real tras la formación del país. Algunos nuevos descubrimientos hacen pensar que pudo haber sido esposa de Aha y corregente con su hijo Djer, lo que la convertiría en faraón y como tal en la monarca femenina más antigua que se haya conocido nunca.
Estela con el nombre de la reina Meryt-Neith
No es necesario avanzar mucho en el tiempo para encontrar a la que sí podemos considerar con seguridad la primera reina de Egipto en solitario. Se trata de la reina Meryt-Neith, perteneciente a la primera dinastía. Fue esposa de Djet y madre del sucesor del mismo, Den. Esta tuvo que asumir la regencia del trono cuando su esposo falleció y Den era demasiado joven para asumir dicho cargo, lo hizo con todos los poderes y responsabilidades del faraón en un periodo en el que aún se estaba asentando el poder en Egipto y en el que la unificación hacía poco que se había producido, con los peligros de enfrentamientos e inestabilidad que esto suponía. En este caso, fue Flinders Petrie en 1899 quien encontró su tumba. De nuevo, sus dimensiones, características y situación hicieron pensar a los expertos que se trataba de un rey. Una de las mayores curiosidades de su enterramiento es que se encuentra en la necrópolis real de Abidos, en donde estaban enterrados reyes (todos hombres), pero el descubrimiento en la misma de dos estelas con el nombre de la reina dentro de un «serej» (cartucho real) confirmó que se trataba de una mujer y que su importancia y magnitud fue tal que fue enterrada con los honores y características de un faraón. Estos honores de faraón incluían un templo funerario en Abidos, un cenotafio (característica que compartía con el resto de reyes de la época), decenas de objetos con su nombre, tumbas aledañas a la suya de nobles y funcionarios de lo que habría sido su corte, incluso más de cien sirvientes aparecen en su enterramiento, que fueron obligados a seguirla al Más Allá (práctica que fue desterrada temprano de las costumbres egipcias y sustituida por los conocidos «ushebtis»).
Piedra de Palermo
Es ya evidente que reinó en igualdad de condiciones respecto a sus antecesores y que tuvo una tarea titánica para ser aceptada por las Dos Tierras (Norte y Sur) que componían el país, por los distintos clanes y por la propia corte, teniendo que lograr mantener el trono para su hijo; sin embargo, en una de las primeras listas reales, la del rey Horus Kaa, no aparece como gobernante oficial. El nombre de la Reina Merytneit sí se menciona en la famosa Piedra de Palermo que establece la lista de reyes de los primeros tiempos de Egipto pero también como madre de Den y lo mismo sucede con otras listas. Las mujeres podían ejercer el poder pero eran representantes de un esquema en el que ocupaban el lugar de madre o esposa del rey y no aparecerán en unas listas que muestran la otra parte de esa dicotomía. Y es que, a pesar de que es insólito lo que estos primeros nombres nos muestran, un poder recaído en manos femeninas hace más de 5000 años, es en el comienzo de la historia donde se empieza a dibujar una figura femenina que ha de estar silenciada. Demos palabras a su pasado para dar voz al presente.
Nací y crecí en Trobajo del Camino, León. Estudié Filología Hispánica en la Universidad de León, completando estos estudios con el CAP y un Master de Literatura Comparada. He participado en varios congresos de la Sociedad Española de Humanistas y en algunos recitales de poesía, afición que desembocó en la publicación de mi poemario Luciérnagas en el desierto y que ha impulsado mis ganas de seguir creando versos. La predilección por las culturas antiguas nunca ha salido de mi formación, desde el estudio de lenguas antiguas: latín, griego, hebreo, egipcio e incluso un poco de sumerio; hasta la obtención del título de Egiptología del Museo Liceo Egipcio de León. Mi carrera profesional se ha volcado en la enseñanza de Lengua y Literatura en secundaria y bachillerato. También estoy trabajando en el Museo Liceo Egipcio de León en la traducción de textos jeroglíficos con un maravilloso equipo, así como realizo en el mismo una visita teatralizada nocturna que escenifica los ritos de muerte y resurrección del Antiguo Egipto.
Desde los comienzos de la historia egipcia es fácil encontrar nombres de mujeres que llegaron a poseer gran poder y, aunque solo un puñado llegó a reinar como tal, hay más nombres vinculados al poder de algún modo.
Contaba Manetón, sacerdote e historiador del siglo II, que existía una ley por la cual una mujer podía llegar a reinar en Egipto, ley que parte de las primeras dinastías de su historia. Pero en realidad pocas llegaron a ocupar el puesto más alto de la sociedad egipcia. En el caso de aquellas que reinaron junto a sus esposos y parecieron tener un poder similar, es cierto que su cargo solía representar la maternidad, la creación, la familia, aquella que complementa al faraón, pero cabe señalar que dichos conceptos poseían un gran estatus e importancia en el mundo egipcio. Sellos sobre cerámica con el nombre de Neith Hotep

Curiosamente, desde el primer momento de la historia del Egipto unificado (Norte y Sur) aparece ya el nombre de una esposa-reina de gran importancia. Se trata de Neith-Hotep, tan ligada al comienzo del Egipto faraónico que se trata de la esposa del rey Narmer, el unificador de Egipto. Se ha creído durante mucho tiempo que él, perteneciente al Alto Egipto, y ella, proveniente del Bajo Egipto, simbolizaron con su matrimonio la unión y paz entre ambas tierras. Pero, cuando esta reina murió, le fue construida una tumba de tales características que se pensó que se trataba de la tumba del propio monarca. Dicha tumba era una mastaba que Jacques de Morgan descubrió en 1897 y que se encontraba en Nagada, lo que creó la teoría de la procedencia de la reina de la élite de Nagada. Como esposa principal del rey fue su hijo Aha quien heredó el trono de Egipto iniciando así la primera sucesión tras la unificación y, por lo tanto, se la consideró parte fundamental de los comienzos de la historia de Egipto. Ella y Narmer son el primer matrimonio Real tras la formación del país. Algunos nuevos descubrimientos hacen pensar que pudo haber sido esposa de Aha y corregente con su hijo Djer, lo que la convertiría en faraón y como tal en la monarca femenina más antigua que se haya conocido nunca.

No es necesario avanzar mucho en el tiempo para encontrar a la que sí podemos considerar con seguridad la primera reina de Egipto en solitario. Se trata de la reina Meryt-Neith, perteneciente a la primera dinastía. Fue esposa de Djet y madre del sucesor del mismo, Den. Esta tuvo que asumir la regencia del trono cuando su esposo falleció y Den era demasiado joven para asumir dicho cargo, lo hizo con todos los poderes y responsabilidades del faraón en un periodo en el que aún se estaba asentando el poder en Egipto y en el que la unificación hacía poco que se había producido, con los peligros de enfrentamientos e inestabilidad que esto suponía. En este caso, fue Flinders Petrie en 1899 quien encontró su tumba. De nuevo, sus dimensiones, características y situación hicieron pensar a los expertos que se trataba de un rey. Una de las mayores curiosidades de su enterramiento es que se encuentra en la necrópolis real de Abidos, en donde estaban enterrados reyes (todos hombres), pero el descubrimiento en la misma de dos estelas con el nombre de la reina dentro de un «serej» (cartucho real) confirmó que se trataba de una mujer y que su importancia y magnitud fue tal que fue enterrada con los honores y características de un faraón. Estos honores de faraón incluían un templo funerario en Abidos, un cenotafio (característica que compartía con el resto de reyes de la época), decenas de objetos con su nombre, tumbas aledañas a la suya de nobles y funcionarios de lo que habría sido su corte, incluso más de cien sirvientes aparecen en su enterramiento, que fueron obligados a seguirla al Más Allá (práctica que fue desterrada temprano de las costumbres egipcias y sustituida por los conocidos «ushebtis»).

Es ya evidente que reinó en igualdad de condiciones respecto a sus antecesores y que tuvo una tarea titánica para ser aceptada por las Dos Tierras (Norte y Sur) que componían el país, por los distintos clanes y por la propia corte, teniendo que lograr mantener el trono para su hijo; sin embargo, en una de las primeras listas reales, la del rey Horus Kaa, no aparece como gobernante oficial. El nombre de la Reina Merytneit sí se menciona en la famosa Piedra de Palermo que establece la lista de reyes de los primeros tiempos de Egipto pero también como madre de Den y lo mismo sucede con otras listas. Las mujeres podían ejercer el poder pero eran representantes de un esquema en el que ocupaban el lugar de madre o esposa del rey y no aparecerán en unas listas que muestran la otra parte de esa dicotomía. Y es que, a pesar de que es insólito lo que estos primeros nombres nos muestran, un poder recaído en manos femeninas hace más de 5000 años, es en el comienzo de la historia donde se empieza a dibujar una figura femenina que ha de estar silenciada. Demos palabras a su pasado para dar voz al presente.
Elvira Martínez Ropero. Escritora
Nací y crecí en Trobajo del Camino, León. Estudié Filología Hispánica en la Universidad de León, completando estos estudios con el CAP y un Master de Literatura Comparada. He participado en varios congresos de la Sociedad Española de Humanistas y en algunos recitales de poesía, afición que desembocó en la publicación de mi poemario Luciérnagas en el desierto y que ha impulsado mis ganas de seguir creando versos. La predilección por las culturas antiguas nunca ha salido de mi formación, desde el estudio de lenguas antiguas: latín, griego, hebreo, egipcio e incluso un poco de sumerio; hasta la obtención del título de Egiptología del Museo Liceo Egipcio de León. Mi carrera profesional se ha volcado en la enseñanza de Lengua y Literatura en secundaria y bachillerato. También estoy trabajando en el Museo Liceo Egipcio de León en la traducción de textos jeroglíficos con un maravilloso equipo, así como realizo en el mismo una visita teatralizada nocturna que escenifica los ritos de muerte y resurrección del Antiguo Egipto.