domingo, diciembre 3 2023

Rayos equis— By Rafael Ariza

Las manecillas del reloj y el soporífero calor parecían haber pactado para alargar la espera de las dos mujeres sentadas, una al lado de la otra, en la claustrofóbica sala de la clínica privada. No eran las únicas en el lugar, por delante de ellas había tres personas y atrás de sus lugares aguardaban otras más.
No se conocían, pero la espera y el tiempo muerto hacen florecer grandes amistades.

—¿Viene con el doctor Carsten? —preguntó Carla, una falsa rubia treintañera con pupilentes verdes, implantes en los senos y tatuajes en la mayor parte de su manipulada anatomía.

—No, yo vengo a qué me hagan una biopsia —aclaró Sofía, mujer delgada de veintitantos, piel blanca, ojos color marrón y cabello corto castaño—, en realidad no sé qué doctor me vaya a atender.

—¿En las biopsias te ponen anestesia? —interrogó con los falsos ojos verdes entornados en señal de preocupación.

—No lo sé, nunca antes me han hecho una —contestó—, ¿por qué pregunta? —el tono de la preguntona la inquietó lo suficiente como para atreverse a devolver la pregunta.

—Pues, este… No es para tomarlo en serio, pero un día me dijo un intendente que trabajaba en este hospital que tuviera mucho cuidado con eso de la anestesia porque, según él, existían rumores de casos en que después de dormirlos les sacaban los órganos para venderlos. Incluso me comentó que este hospital tiene una sala especial para esas operaciones —explicó con un murmullo que pretendía ser discreto.

—¿En serio? ¡Ay, Dios! Ese es uno de mis temores más grandes. Creo que mejor me voy —exclamó con sincera preocupación al levantarse de su asiento.

—No, espere, eso fue hace mucho. O al menos eso dijo mi amigo. Para que se tranquilice le contaré el resto de ese rumor. Decía ese pobre hombre…

—¿Decía? ¿Pues qué pasó con él? —interrumpió espantada.

—Él murió hace meses, apareció tirado en un callejón. Dicen que le habían sacado todos los órganos, hasta los ojos y la columna vertebral. ¿Cómo ve? Pero, bueno, lo que le decía es que ese pobre hombre me dijo que para saber si eras candidato a que te sacarán algún órgano, pusieras atención a la enfermera que dice tu nombre cuando te van a pasar. Dijo que si te van a sacar algo, la enfermera le dice a otro que la acompaña que te debe llevar a rayos x antes de tu cita.

—¡Virgen misericordiosa! Sí escucho eso, me largo corriendo —comentó Sofía.

—Sí, hay que poner mucha atención a esa frase.

Los minutos transcurrieron lentos y burlones ante la zozobra que azotaba a las dos mujeres.

—¿Carla Moreno? —nombró la enfermera.

—Soy yo —respondió la falsa rubia al ponerse de pie.

—Pase, por favor.

—Ya voy. Nos vemos, Sofía —dijo con alivio.

—Antes de entrar con el doctor Carsten, mi compañero la llevará a rayos equis para sacar unas placas —agregó la enfermera, cuando el corpulento hombre acercó una silla de ruedas para Carla, quien solo atinó a buscar los ojos de Sofía que la miró con pena y terror desde la puerta de salida.

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