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La inteligencia Pedro J Guirao

7708e7ea6f05b7e65b88093c39135020 Cuaderno de bitácora. Cartagena. Sábado 29 de junio de 2019, 13:00 horas. El lunes de la semana pasada me dijo Manu «para el viernes estaba pensando en el tema de la inteligencia». Me saltaron las alarmas. ¡Yo hablando de inteligencia es como si un pez disertara sobre cómo volar!. De repente pensé en vosotros, los que sintonizáis en directo, los que bajáis los Podcasts o los que me leéis en Facebook y me entró el pánico escénico. Entonces le dije a Manu «me ha surgido un problema y el viernes no podré estar con vosotros». Pero Manu es listo y modificó los contenidos del viernes pasado para convertir la emisión en uno de aquellos programas de discos dedicados de hace décadas o en un «música a la carta»… y además le salió bien al jodío. Así que Manu me jugó lo que las madres a sus hijos cuando no quieren comer un plato en concreto… ¡ME LO DEJÓ PARA EL DÍA SIGUIENTE!… y aquí estoy… a punto de hacer el ridículo hablando de la inteligencia, esa entelequia que por mucho que yo desee poseer no creo que jamás llegue a alcanzar. Pero bueno, entrando ya en el tema, ¿cómo definir la inteligencia? Si nos vamos a los estándares como la Real Academia Española de la Lengua, por ejemplo, nos habla de capacidad de entender o comprender; sentido en que se puede tomar una expresión; habilidad, destreza… todo muy vago, muy poco definido. No me sirve. Así que intentaré explicar cómo entiendo yo esta cualidad que tantos creen tener en abundancia. Para mí, la inteligencia es la habilidad de recibir un nuevo conocimiento, comprenderlo por sí mismo y después relacionarlo con el resto de los acumulados hasta el momento, reelaborando planteamientos al respecto para formar nuevas ideas que puedan mejorarnos al ponerlas en práctica. Aquí hay un problema, porque quien no comprenda el nuevo conocimiento y se limite a repetirlo como un loro, difícilmente logrará mejorar sus conclusiones y crecer en su aprendizaje, aunque estará convencido de haber subido peldaños en su coeficiente intelectual. Yo creo que para lograr que cada conocimiento nuevo que asumamos active todo este engranaje es necesaria una buena memoria, capacidad de pensamiento abstracto, realizar razonamientos correctos, sumar buenas dosis de imaginación y aplicar experiencias; memoria, pensamiento abstracto, razón, imaginación y experiencia actuarán como elementos directamente proporcionales a un buen resultado. Disponer de todo ello en cada uno de nuestros posibles talentos es otra complicación que se suma a la alimentación de esta atractiva capacidad que es la inteligencia. No sé si esta idea que os acabo de decir os parece suficientemente comprensible, pero pensad que si algunos científicos dicen que el cerebro solo destina un dos por ciento de su actividad en el tratamiento de datos nuevos y el noventa y ocho restante en reelaborar la información para adaptar el nuevo conocimiento, ya os podéis hacer una idea de lo complicado que es alimentar la inteligencia. Pero además, estos son mis minutos de gloria de la semana y digo lo que me da la gana. Con la inteligencia podemos extraer conclusiones, tomar decisiones, resolver problemas, adaptarnos a nuevos entornos y prever las consecuencias; y el proceso será más rápido y efectivo cuanta más inteligencia dispongamos. Aunque algunos dicen que existe más inteligencia en el corazón que en la razón, yo, por lo que os he comentado, creo que gana la razón con diferencia, por lo que yo de vosotros controlaría mucho aquellas razones del corazón que decía Pascal, porque probablemente solo desviarían los resultados. En esta apreciación mía, seguro habrán muchas personas que discrepen. Y para terminar, ¿cómo saber si tenemos más o menos inteligencia? Decía Erasmo de Rotterdam que «El hombre inteligente no mea contra el viento», pero yo no sacaría conclusiones sólo por ese hecho, porque me parece escaso y muy poco fiable. Así que dicho lo dicho yo llegaría a la conclusión de que para saber cuan inteligentes somos debemos prestar mucha atención a los resultados que obtenemos; esos son los que nos la miden; cuanto mejores son mayor la tenemos… Así que podríamos medírnosla a diario varias veces, todos sabéis que los hombres somos muy de comprobar quién la tiene más larga… la inteligencia. Así que allá tú si vas por la vida haciendo test psicológicos para conocer tu Coeficiente Intelectual porque te resistes a observar tus propios resultados, tu mismo, pero te diré una cosa, si encima eres de los que se la miden con un test de Internet y te quedas satisfecho, amigo mío, tú la tienes muy corta. También hay detalles que permiten hacer una primera aproximación a tu nivel de inteligencia: Si necesitas rodearte de personas con capacidades inferiores a las tuyas, vas corto; si por el contrario estás a gusto poniéndote a prueba dialogando con personas inteligentes, vas bien encaminado y la inteligencia está intentando invadirte. Esa, esa última opción, es mi forma de engañarme, aunque la disfruto tanto…

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