Entrevista aparecida en Artistas contemporáneas. Madrid (link)

Poeta, escritora, fotógrafa… ¿Ese es tu orden de importancia?
Siempre he dicho que la poesía es el origen de toda mi creación. Es una actitud en la vida, una forma de avanzar por el mundo; son momentos anímicos que te van iluminando el camino. La escritura es más una disciplina que puede estar realzada por la poesía o no. La fotografía es otra forma de ver el mundo, pero es un mundo real el que vemos a través del objetivo, es un viaje hacia el exterior mientras la poesía es una búsqueda interior. De manera que son momentos diferentes, ordenados o no, pero la poesía siempre está presente en toda mi creación. Y cada obra, ya sea una poesía, un texto o una fotografía, es un escalón más que subes para avanzar hacia adelante.
¿Fotografía artística o fotografía de reportaje?
Comencé con foto reportajes y con los retratos de estudio, pero, como ya comenté antes, enseguida mi visión de este medio cambió y tuve la necesidad de expresarme más esencialmente desarrollando mis ideas y preocupaciones a través de una obra más única y personal. Siempre he dicho que, desde el punto de vista creativo, expreso lo mismo, ya sea en un poema o en una fotografía. Son dos senderos paralelos que caminan cogidos de la mano, pero que tienen su origen en la poesía.
De todas tus exposiciones… ¿Cuál de ellas marcó, en mayor medida, tu trayectoria?
Creo que fue la exposición que hice en el Antiguo Convento de las Carmelitas de Cuenca, (La Fundación Antonio Pérez), en 1992: En aquel lugar donde habita la memoria. Fue un punto de partida para toda mi posterior obra fotográfica que versa principalmente sobre la memoria, el olvido y la muerte, y hace referencia a los grandes dilemas metafísicos del ser humano. También intento rescatar lo que está a punto de sumirse en el olvido como reflexión de la transitoriedad de nuestra existencia. Y, por supuesto, mi exposición antológica: Cosmogonía, que expuse hace pocos años en La Fundación Antonio Pérez en Cuenca y en el Museo de Fotografía en Huete.
¿De qué manera te ha marcado artísticamente la vinculación emocional con tu tía Marga Gil Röesset?
Yo ya estaba trabajando en recuperar la memoria de mujeres abandonadas, que fotografiaba de los nichos de cementerios de diversos países, cuando la trágica historia de mi tía Marga Gil Roësset salió a la luz en 1997. Fue muy interesante y mágico para mí descubrir que, seguramente, Marga había estado dirigiendo mis pasos desde mi interior como preparación para recuperar su memoria cuando ella saliera a la luz. Resulta una singular coincidencia que yo hubiera estado trabajando sobre el tema de recuperación de la memoria de mujeres anónimas diez años antes de que su figura fuera descubierta para ser recuperada como artista y creadora, y yo ya pudiera hablar sobre ella. Estoy segura de que mi tía Marga tuvo mucho que ver en todo esto. Por supuesto, ella me marcó y dirigió mis pasos artísticos desde mi subconsciente y sin que yo me percatara de ello.
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