La historia tiene lugar en el ágora de los cielos. Los ángeles danzan y el sol escruta el ambiente. Las gaviotas vuelan, aleteando sus alas a ritmo de samba mientras transportan la sabiduría a sus espaldas.

Detrás, dejan el oxígeno para pensar, crecer, e iluminarse. La inteligencia para volar; La empatía para sentir; Y la espiritualidad para trascender lo material.
Hevel como el humo, la vida es volátil, huyen de ella sin remilgos. Viajan puras, dejando a sus espaldas los 7 pecados capitales que oscurecen el alma: (1) la lujuria, exceso de cosas que estimulan los sentidos y los aleja del autoconocimeinto; (2) La gula, apetito desmedido.
(3) La avaricia y la (4) la pereza, son resultado del agotamiento del ego. Paralizan el cuerpo en un ciclo continuo de gasto, acumulación y deudas.
(5) La ira, (7) la soberbia y la (6) la envidia, se manifiestan en la palabra, como Damocles en su espada.
Las gaviotas participan de los cimientos de la tierra y dan orden al sol para que comience un nuevo día. Saben del origen de la la luz y la oscuridad, y vuelan hacia el principio del todo agrupadas en constelaciones de estrellas.
Como Jeremías (31:1) y Ezequiel (32:1) durante el éxodo del pueblo de Israel, vuelan en búsqueda de un nuevo corazón portando consigo el tabernáculo de oro como ofrenda a las divinidades. En él se contienen algunas de las maravillas de este mundo, a saber, piedras de la gran muralla China, flores de los Jardines Colgantes de Babilonia, o agua del rio Amazonas, entre otras.

Se dirigen al mundo de Babilonia donde las ninfas cantan a coro ante la alegría de los servidores celestiales. Al Moksha*, liberados del ciclo de nacimiento y muerte. Y finalmente al Saṃsāra, para renacer eternamente.
Detrás… dejan todo lo demás.
Nota: * Moksha significa liberación o renacimiento en el budismo. Es el fin del ciclo de nacimiento y muerte. Es la última fase del Saṃsāra (en sánscrito: संसार) o ciclo de nacimiento, vida, muerte y encarnación.
Isidro Beningo Nat | inquietud3s