Horas después el excéntrico fotógrafo baja a recibir a una curvilínea y atractiva mujer, la besó en la boca mientras frotaba sus protuberancias. Victor parecía recién salido de la ducha, el pelo mojado, descalzo, entraron al ascensor, donde la rodeó por detrás la manoseaba. Era claro que ella disfrutaba (Matt alcanzó a ver su comportamiento, tras el cristal), con trabajos salen, ambos estaban con el líbido a tope, ya se conocían. Tiempo atrás ella había posado para él, lo que incluyó en una exitosa exposición en el extranjero, tenían una química muy fuerte, tal para cual. Se quedaría el fin de semana con él. Matt debía reportar a Clifford ese comportamiento, resultaba incómodo estar presenciando ese tipo de espectáculos. Por fortuna ninguno de los vecinos le había visto, se pretendía que fuese un edificio tranquilo, cuidando la privacidad de todos.
Apenas entraron al apartamento de Victor, comenzaron a meterse mano por todos lados, abrió la blusa descubrió sus enormes bondades. Recargada en la pared, manos aferradas dando paso a su hambrienta boca, ella gozaba mientras frotaba la varonil entrepierna, lo cual lo motivaba. Entonces le sube la falda, introduce los dedos ágiles, le abre la camisa y muerde el hombro. Ella agitada, le dice que ya sabe cómo lo desea, la despoja de todo, besos profundos, ansiosos. Le abre el pantalón mete la mano, advirtiendo que quiere que tome la cámara. Sin titubear la obedece, le saca el pantalón y lo sienta en la orilla del diván, la mujer lame la parte interna de los varoniles muslos. Él debe sacar fotos de todo lo que le hace. Se acerca más en medio de sus piernas lo roza con sus protuberancias, después lo besa tal como sabía que lo enloquecía. Apreciaba su talento y la veía actuar a través del lente de la cámara, hasta que no pudo más, la agarró para en vestirla con la firmeza de su virilidad. Y saciar con fuerza su ardiente deseo frente a él, piernas arriba, piernas abajo, ambos se dieron un agasajo.
Muy hambrientos querían ordenar comida, llamó a Matt, quien ya tenía la hoja con los teléfonos de los restaurantes. subió por la escalera. Tocó el timbre, Victor abrió con una tela amarrada a la cintura nada más, le agradeció. Bajó con cierta prisa pues el teléfono timbraba, era la amable señora Sara solo para preguntar si le había llegado correspondencia. La respuesta era negativa, ofreció de inmediato avisarle, él personalmente le entregaría el sobre. Todos eran muy amables, tranquilos, esperaba que ese ambiente de paz continuara, era justo lo que deseaba su jefe.
Victor con el menú en mano, se les antojaba una buena pasta, pero todavía era temprano para ordenar al restaurante italiano. Entonces llamó a Mr. Sandwich ordenó dos bocadillos de carne con queso y pimientos, papas a un lado. Comenzaron a ver las prendas que llevaba su modelo y amante. Había reservado pétalos de rosa para hacer unas tomas acostada sobre ellos, con un vestido negro amarrado al cuello, tenía toda la espalda descubierta. Le pidió que no retocara el maquillaje se quedara así con la melena despeinada, tenía ese brillo en la cara que deja haber disfrutado y experimentado tanto placer. Era una mujer sensual pero esos trucos le daban más expresión ante el lente, además de la fascinación por ella, a su modo pero le tenía cariño. Y su modelo a él.
Eran confidentes, se contaban todos esos romances que tenían, sin juicios se sentían cómodos estando juntos, ella vivía en otra ciudad. Hablaban con frecuencia por teléfono, se refería a ella llamándole por su inicial «K» o le llamaba «sexy». Quizás irían a cenar al restaurante italiano, tenía buenas referencias, además que el dueño cantaba. La idea le gustó, una cena romántica después de un día de muchas fotografías, sería ideal.
Tania había recibido una hermosa sorpresa, en la azotea llena de velas en el piso con gises escribió «Te Amo», como le hizo saber Giuseppe. Buscaba algo en serio con ella, tan solo pensarle le hacía sonreír, estaba más creativo que nunca con los sabores de helado. Su tía había quedado encantada al conocerle. Habían bailado bajo las sábanas un par de veces, durmieron abrazados soñando entre corazones. Esa mañana prepararon el desayuno juntos, tomaron un largo baño y después salieron a caminar. Abriría la heladería un rato, siempre vendía bien justo antes de la comida, en fin de semana nadie quería preparar el postre solo comerlo. Se coordinaban para servir las bolas dobles o triples en los conos, además de botes de cada sabor, si lo probaban, se lo llevaban.
Sofía y Clifford disfrutaban el apartamento, después de inundar el baño la noche anterior, durmieron profundamente. Sofía preparó tortitas, las cuales hacía volar en el aire, después de deslizarles en mantequilla. Mientras su amado, cortaba en rebanadas una sandía, luego molía los granos de aromático, era experto en el café. Miel de abeja escurriendo sobre el dorado perfecto, bocados entre sonrisas, un día sin prisas. Él caballeroso lavó los platos y ella los secó, labores entre dos se sentía bien.
Una ducha sin mojar el piso, arreglados en forma casual, salieron a caminar, tomados de la mano, un día soleado. Algunos vendedores ambulantes en una especie de mercadillo, vendían algunas artesanías de otros países. Lo cual llamó la atención de ambos, sobre todo un juego de pendientes con el colgante en tonos rojos y turquesa. El vendedor le pidió que se lo probara. Clifford quedó encantado el contraste con su pálida piel, se los dejó puestos. Besos de agradecimiento. En otro puesto,unas figuras de un elefante sagrado para ellos, tenía un gran significado espiritual. Movía los obstáculos comentó la señora que los vendía, bueno para los negocios. Terminaron comprando algunas otras cosas, se sentían como turistas, él le hizo saber que deseaba viajaran juntos, por lo menos un fin de semana. Ella sonrió, sonaba irresistible.
Cuando se dan la vuelta para ver el puesto del otro lado, se encuentran a Tania abrazada de Giuseppe, estrenando también pendientes y collar. Casi no se notaba que fuesen amigas, gustos afines, además de comprar los hermosos elefantes para la casa y negocio. Se despidieron mencionando que quizás cenarían en la Trattoria de Carlo, ellos también.
Comieron unas ensaladas de atún y pollo en el lugar de Mr. Sandwich, en donde las chicas ya tenían membresía y mesa apartada. Lo presentó con el matrimonio, eran encantadores, les enviaron bebidas de cortesía, estaban apreciaban a Sofía y a Tania. Cuando terminaron de comer, Clifford quería ir a la librería, un poco más retirada, caminaron hacia allá por el parque. Al llegar cada uno comenzó a recorrer los estantes de madera. Ella sin saber la razón se sintió atraída por un libro sobre hornear pan, paso a paso, era ideal para principiantes. Una señora al lado de ella, le preguntó si alguna vez había preparado pan, pues ese libro realmente era para personas con un poco de experiencia.
Volteó a ver a la gentil mujer, mencionando con una sonrisa que nunca lo había intentado. La dama dijo que ella llevaba años vendiendo pan desde su casa, sobre pedido. Se encontraba buscando un local, tras quedarse viuda, estaba decidida a realizar su sueño. Quería una pequeña panadería, solo pan y café, así en las mañanas las personas podrían comprar su desayuno. Sofía entendió la razón por la cual el libro le llamó, sacó su tarjeta del bolso, mencionado tenía el local ideal para ella. Entonces se presentó, era Magda, acordaron verse al día siguiente a las once de la mañana en la inmobiliaria. Le llevaría pan.
Clifford la buscaba, preguntó si acaso deseaba el libro que tenía en la mano, era una recetario más pequeño, para pan casero, Sofía asintió. Caminaban rumbo al apartamento, ella le contaba lo sucedido, él le dijo que su personalidad era un fuerte magneto para las personas. Solía sacar lo mejor de todos, traspiraba bondad, además de una dulzura irresistible. Ella le comió la boca después escuchar esas palabras, entonces fueron al apartamento a refrescarse, dejaron las cosas, se sentaron en el balcón. Entre besos y caricias, era casi hora de ir a cenar, ella se puso un lindo vestido blanco, largo, sin mangas, con una chalina roja y los accesorios nuevos. Se encontrarán con Tania y Giuseppe.
Al llegar a la Trattoria de Carlo, estaban esperándolos una mesa para seis, Tania, Giuseppe, la tía Carlotta quien era muy alegre. Solamente había una reservación, mesa para dos, lo que significaba que estarían más en familia. Se saludaron con afecto, al centro corazones de alcachofa, pan, aceite de oliva con vinagre balsámico y hierbas aromáticas. Rebanadas de melón con jamón serrano, quesos, aceitunas, pasta corta, todo para compartir, alzaron las copas de vino tinto. Se escuchaba música italana. Conversaban felices, entre risas con Carlotta, de pronto se hizo el silencio. Carlo se levantó para recibir a la pareja que había solicitado una mesa con más privacidad. Vestido con elegancia casual, agarrada de la cintura a una exuberante castaña, con un vestido elegante y provocativo.
Era Victor el fotógrafo, quien lucia muy atractivo, la presencia de ambos hizo que todos se quedaran sorprendidos, sin voltear dijeron buenas noches, Los llevaron a su privado, ordenaron pasta y una botella de vino, cuando el mesero les servía el pan, queso y las copas. Ella tenía el pie descalzo entre las piernas de él. (Sentado al lado de la mujer.) Mientras él metía mano bajo la abertura de falda larga…
Sentada en una banca de madera, descalza, con una taza de capuchino espumoso. Velas encendidas una tras otra dirigidas a la paz y salud por el planeta, con baño de armonía, amor más empatía. El ambiente huele a pan recién horneado, mantequilla, azúcar, notas a vainilla y miel, chabacanos dorados encima del bizcocho. Servicio de café e infusiones, pequeños bocadillos salados también sobre la mesa al lado del cómodo sofá. Sobre la pared del frente fotografías de diferentes tipos de flores, el atardecer esta por llegar, a través de la ventana se verá. Atmósfera cálida, relajante. Mientras escucho a Willy William – Ego– (Radio Edit) excelente opción. Agradezco tu genial presencia al blog.
Respira hondo. Inhala armonía y exhala empatía…
Apenas entraron al apartamento de Victor, comenzaron a meterse mano por todos lados, abrió la blusa descubrió sus enormes bondades. Recargada en la pared, manos aferradas dando paso a su hambrienta boca, ella gozaba mientras frotaba la varonil entrepierna, lo cual lo motivaba. Entonces le sube la falda, introduce los dedos ágiles, le abre la camisa y muerde el hombro. Ella agitada, le dice que ya sabe cómo lo desea, la despoja de todo, besos profundos, ansiosos. Le abre el pantalón mete la mano, advirtiendo que quiere que tome la cámara. Sin titubear la obedece, le saca el pantalón y lo sienta en la orilla del diván, la mujer lame la parte interna de los varoniles muslos. Él debe sacar fotos de todo lo que le hace. Se acerca más en medio de sus piernas lo roza con sus protuberancias, después lo besa tal como sabía que lo enloquecía. Apreciaba su talento y la veía actuar a través del lente de la cámara, hasta que no pudo más, la agarró para en vestirla con la firmeza de su virilidad. Y saciar con fuerza su ardiente deseo frente a él, piernas arriba, piernas abajo, ambos se dieron un agasajo.
Muy hambrientos querían ordenar comida, llamó a Matt, quien ya tenía la hoja con los teléfonos de los restaurantes. subió por la escalera. Tocó el timbre, Victor abrió con una tela amarrada a la cintura nada más, le agradeció. Bajó con cierta prisa pues el teléfono timbraba, era la amable señora Sara solo para preguntar si le había llegado correspondencia. La respuesta era negativa, ofreció de inmediato avisarle, él personalmente le entregaría el sobre. Todos eran muy amables, tranquilos, esperaba que ese ambiente de paz continuara, era justo lo que deseaba su jefe.
Victor con el menú en mano, se les antojaba una buena pasta, pero todavía era temprano para ordenar al restaurante italiano. Entonces llamó a Mr. Sandwich ordenó dos bocadillos de carne con queso y pimientos, papas a un lado. Comenzaron a ver las prendas que llevaba su modelo y amante. Había reservado pétalos de rosa para hacer unas tomas acostada sobre ellos, con un vestido negro amarrado al cuello, tenía toda la espalda descubierta. Le pidió que no retocara el maquillaje se quedara así con la melena despeinada, tenía ese brillo en la cara que deja haber disfrutado y experimentado tanto placer. Era una mujer sensual pero esos trucos le daban más expresión ante el lente, además de la fascinación por ella, a su modo pero le tenía cariño. Y su modelo a él.
Eran confidentes, se contaban todos esos romances que tenían, sin juicios se sentían cómodos estando juntos, ella vivía en otra ciudad. Hablaban con frecuencia por teléfono, se refería a ella llamándole por su inicial «K» o le llamaba «sexy». Quizás irían a cenar al restaurante italiano, tenía buenas referencias, además que el dueño cantaba. La idea le gustó, una cena romántica después de un día de muchas fotografías, sería ideal.
Tania había recibido una hermosa sorpresa, en la azotea llena de velas en el piso con gises escribió «Te Amo», como le hizo saber Giuseppe. Buscaba algo en serio con ella, tan solo pensarle le hacía sonreír, estaba más creativo que nunca con los sabores de helado. Su tía había quedado encantada al conocerle. Habían bailado bajo las sábanas un par de veces, durmieron abrazados soñando entre corazones. Esa mañana prepararon el desayuno juntos, tomaron un largo baño y después salieron a caminar. Abriría la heladería un rato, siempre vendía bien justo antes de la comida, en fin de semana nadie quería preparar el postre solo comerlo. Se coordinaban para servir las bolas dobles o triples en los conos, además de botes de cada sabor, si lo probaban, se lo llevaban.
Sofía y Clifford disfrutaban el apartamento, después de inundar el baño la noche anterior, durmieron profundamente. Sofía preparó tortitas, las cuales hacía volar en el aire, después de deslizarles en mantequilla. Mientras su amado, cortaba en rebanadas una sandía, luego molía los granos de aromático, era experto en el café. Miel de abeja escurriendo sobre el dorado perfecto, bocados entre sonrisas, un día sin prisas. Él caballeroso lavó los platos y ella los secó, labores entre dos se sentía bien.
Una ducha sin mojar el piso, arreglados en forma casual, salieron a caminar, tomados de la mano, un día soleado. Algunos vendedores ambulantes en una especie de mercadillo, vendían algunas artesanías de otros países. Lo cual llamó la atención de ambos, sobre todo un juego de pendientes con el colgante en tonos rojos y turquesa. El vendedor le pidió que se lo probara. Clifford quedó encantado el contraste con su pálida piel, se los dejó puestos. Besos de agradecimiento. En otro puesto,unas figuras de un elefante sagrado para ellos, tenía un gran significado espiritual. Movía los obstáculos comentó la señora que los vendía, bueno para los negocios. Terminaron comprando algunas otras cosas, se sentían como turistas, él le hizo saber que deseaba viajaran juntos, por lo menos un fin de semana. Ella sonrió, sonaba irresistible.
Cuando se dan la vuelta para ver el puesto del otro lado, se encuentran a Tania abrazada de Giuseppe, estrenando también pendientes y collar. Casi no se notaba que fuesen amigas, gustos afines, además de comprar los hermosos elefantes para la casa y negocio. Se despidieron mencionando que quizás cenarían en la Trattoria de Carlo, ellos también.
Comieron unas ensaladas de atún y pollo en el lugar de Mr. Sandwich, en donde las chicas ya tenían membresía y mesa apartada. Lo presentó con el matrimonio, eran encantadores, les enviaron bebidas de cortesía, estaban apreciaban a Sofía y a Tania. Cuando terminaron de comer, Clifford quería ir a la librería, un poco más retirada, caminaron hacia allá por el parque. Al llegar cada uno comenzó a recorrer los estantes de madera. Ella sin saber la razón se sintió atraída por un libro sobre hornear pan, paso a paso, era ideal para principiantes. Una señora al lado de ella, le preguntó si alguna vez había preparado pan, pues ese libro realmente era para personas con un poco de experiencia.
Volteó a ver a la gentil mujer, mencionando con una sonrisa que nunca lo había intentado. La dama dijo que ella llevaba años vendiendo pan desde su casa, sobre pedido. Se encontraba buscando un local, tras quedarse viuda, estaba decidida a realizar su sueño. Quería una pequeña panadería, solo pan y café, así en las mañanas las personas podrían comprar su desayuno. Sofía entendió la razón por la cual el libro le llamó, sacó su tarjeta del bolso, mencionado tenía el local ideal para ella. Entonces se presentó, era Magda, acordaron verse al día siguiente a las once de la mañana en la inmobiliaria. Le llevaría pan.
Clifford la buscaba, preguntó si acaso deseaba el libro que tenía en la mano, era una recetario más pequeño, para pan casero, Sofía asintió. Caminaban rumbo al apartamento, ella le contaba lo sucedido, él le dijo que su personalidad era un fuerte magneto para las personas. Solía sacar lo mejor de todos, traspiraba bondad, además de una dulzura irresistible. Ella le comió la boca después escuchar esas palabras, entonces fueron al apartamento a refrescarse, dejaron las cosas, se sentaron en el balcón. Entre besos y caricias, era casi hora de ir a cenar, ella se puso un lindo vestido blanco, largo, sin mangas, con una chalina roja y los accesorios nuevos. Se encontrarán con Tania y Giuseppe.
Al llegar a la Trattoria de Carlo, estaban esperándolos una mesa para seis, Tania, Giuseppe, la tía Carlotta quien era muy alegre. Solamente había una reservación, mesa para dos, lo que significaba que estarían más en familia. Se saludaron con afecto, al centro corazones de alcachofa, pan, aceite de oliva con vinagre balsámico y hierbas aromáticas. Rebanadas de melón con jamón serrano, quesos, aceitunas, pasta corta, todo para compartir, alzaron las copas de vino tinto. Se escuchaba música italana. Conversaban felices, entre risas con Carlotta, de pronto se hizo el silencio. Carlo se levantó para recibir a la pareja que había solicitado una mesa con más privacidad. Vestido con elegancia casual, agarrada de la cintura a una exuberante castaña, con un vestido elegante y provocativo.
Era Victor el fotógrafo, quien lucia muy atractivo, la presencia de ambos hizo que todos se quedaran sorprendidos, sin voltear dijeron buenas noches, Los llevaron a su privado, ordenaron pasta y una botella de vino, cuando el mesero les servía el pan, queso y las copas. Ella tenía el pie descalzo entre las piernas de él. (Sentado al lado de la mujer.) Mientras él metía mano bajo la abertura de falda larga…
Sentada en una banca de madera, descalza, con una taza de capuchino espumoso. Velas encendidas una tras otra dirigidas a la paz y salud por el planeta, con baño de armonía, amor más empatía. El ambiente huele a pan recién horneado, mantequilla, azúcar, notas a vainilla y miel, chabacanos dorados encima del bizcocho. Servicio de café e infusiones, pequeños bocadillos salados también sobre la mesa al lado del cómodo sofá. Sobre la pared del frente fotografías de diferentes tipos de flores, el atardecer esta por llegar, a través de la ventana se verá. Atmósfera cálida, relajante. Mientras escucho a Willy William – Ego– (Radio Edit) excelente opción. Agradezco tu genial presencia al blog.
Respira hondo. Inhala armonía y exhala empatía…
1 Comments
Muchas gracias, es un privilegio estar aquí.
Gracias por la gran labor que hacen, saludos.
Elvira