El trabajo del artista no solo se ve influenciado por el de otro artista, sino que, al igual que cualquier individuo, está sujeto a las condiciones del medio ambiente, a los cambios sociales, a las tradiciones, creencias, formación religiosa. En fin, todo lo que su memoria guarda como algo del pasado o del presente, que le afecta de una forma o de otra, será reflejado luego en la realización de su obra.
Esta suma de elementos tangibles e intangibles son los que van a conformar lo que normalmente llamamos influencias. Aunque muchas veces encontremos, únicamente, las referencias de sus homólogos, es innegable que todos estos factores son decisivos a la hora de desarrollar su propuesta. Por otro lado, el artista posee una sensibilidad que le permite observar detalles, aristas, matices… más allá de lo que puede resultar evidente para el común de las personas. Esa capacidad de observación es lo que desarrolla y afina mientras realiza su trabajo y lo que plasma será su propuesta, es decir la interpretación que le ha dado a esa cadena de elementos.
Son innumerables los artistas que supieron expresar en sus obras realidades que estaban presentes en sus entornos, que también se podían notar fuera de su ambiente y que trascendieron en el tiempo. Retratando situaciones o imaginando objetos que podrían sonar como absurdos para el común de los mortales de su época. Nótese que no todo lo expresado en las obras deben ser exclusivamente sobre asuntos biográficos, vividos en primera persona. Nada más lejos de la anécdota y el cotilleo. Los artistas tejen historias complejas que reflejan seres e instituciones inmortales, pero no inmutables. Temas difíciles y complejos que básicamente giran en la forma en cómo nos relacionamos con el entorno, nuestras propias creaciones y nosotros mismos. Dentro de una propuesta artística se tiene una visión personal, que es diferente a una autobiográfica.
Por ejemplo, sería impensable que Leonardo Da Vinci (en pleno siglo XV) pudiera diseñar un dron con toda su tecnología, a pesar de que fue capaz de imaginar y dibujar uno de los sueños más cotizados de la humanidad, como es el de dominar los aires y volar. Más tarde conoceríamos su diseño con el nombre de helicóptero y más tarde aún (es decir hoy) el sueño de volar ya es cosa superada, ahora vamos por más.
Traigo a colación este trabajo de Leonardo, porque a pesar de que se trata del diseño de un objeto y no cumple con los requisitos de una obra de arte (aún la Bauhaus no existía), refleja la solución a una inquietud personal, pone en evidencia la capacidad de observación y de proyección hacia el futuro, que sí son características de un artista.
En otra entrada (Diferencia entre una visión personal y una autobiográfica) he hecho referencia a Kafka y de nuevo me viene a la mente. Porque si hay algo a lo que personalmente le tengo pavor, es a la burocracia. Compartimos esta sensación angustiosa, sólo que él lo percibió en 1925 cuando escribió El proceso. En la novela describe la burocracia del sistema judicial de muchas sociedades del pasado, presente y quizás futuro. Aquí el protagonista (Josef K ) es arrestado una mañana por una razón que desconoce. El largo y asfixiante procedimiento judicial se apoderó por completo de su vida y a partir de allí vive una angustiosa agonía hasta el punto de desear asumir la culpa (de algo que desconocía haber hecho) para ponerle fin a dicho proceso.
Franz Kafka. Der Prozeß. 1925
Sin ánimos de spoiler (si es que eso cabe a estas alturas sobre este libro) Josef K descubre que los procesos de la justicia y la ley son inaccesibles e incomprensibles para él.
Ahora bien, continuemos con el presente en donde las comunicaciones con otros continentes se realizan en un instante. Desde hace algún tiempo, no dependemos de un telegrama, de una carta o de una llamada telefónica para saber lo que está ocurriendo en cualquier parte del mundo. Así como tampoco tenemos que desplazarnos para conocer el trabajo de un artista. Otro factor a tomar en cuenta es la facilidad de medios para divulgar y mostrar las obras que, en teoría, son abundantes y de fácil acceso.
Esta cercanía con diversos territorios y sus culturas, sumado a la facilidad de divulgación y la igualdad de oportunidades para mostrar las obras, nos llevaría a pensar que existe una mayor libertad en la creación artística. Ya que las múltiples influencias que (aparentemente) hay en la actualidad, permiten mayores oportunidades para que el artista desarrolle temas y propuestas audaces y nos hace creer que la independencia en la producción es, de igual modo, extenso.
Es fácil concluir que, si más artistas logran producir con facilidad, pueden exponer los trabajos fácilmente y de forma directa al espectador (las herramientas están al alcance de un clic), exista una explosión de puntos de vista y de técnicas que surjan de la interacción sin barreras.
Es como si llegara un grupo de extranjeros al lugar del mainstream (a la tendencia predominante, a lo más popular dentro de su disciplina) cargados de colores, olores, palabras, expresiones diferentes y buscan la manera de convivir y mezclarse. Tal vez esto fue así en los inicios de la revolución digital y para el arte en concreto, con la llegada de las redes sociales (a principios de los 2000). Pero si revisamos el panorama actual nos sorprendemos al comprobar que los contenidos y la manera de abordar los temas son similares en casi todos las disciplinas y formatos. Los trabajos y propuestas de muchos artistas, son análogos.
En aquella época llegaron a las masas expresiones artísticas propias del underground y el indie (entre otras corrientes fuera de la tradición cultural oficial) y como esos extranjeros coloridos y extravagantes buscaron su lugar. Solo que la convivencia no llevó a la mezcla, sino que estos dos (como otros movimientos) fueron absorbidos rápidamente por la industria. Sus elementos más significativos y explotables (lo que más se podía vender) fueron tomados para hacerlos pasar al nivel de lo establecido y aceptado.
Me pregunto si parte de las consecuencias de la llamada revolución digital es la unificación de criterios y entonces me asaltan otras dudas: ¿tendrá algo que ver eso de la globalización? ¿En el fondo todos vemos el mundo igual? Las guerras, el hambre, las religiones, el amor, la amistad, las aficiones…
¿Todo se percibe idéntico desde cualquier parte del planeta y se puede juntar en un nicho del mercado? Tal vez para vender artículos de consumo masivo valdría la agrupación (con la diferencia geográfica sólo para efectos de materializar la compra) Pero si los puntos de vista individuales son diferentes de una persona a otra, sea de la profesión que sea ese humano (o sin profesión da igual, si tiene conciencia tendrá una perspectiva y lectura sobre su entorno). Y todos estamos de acuerdo en que esa visión se puede modificar hasta cierto punto, para adaptarse y encajar en la norma, grupo social y afines. Cabe preguntarse si esta conformidad social llega como una aplanadora para hacer homogéneo el discurso, sobre todo el del arte y si la llamada globalización cultural borra todo límite individual dentro del rebaño.
Para aclararme un poco, busco en Google (¿en dónde, sino?) sobre la globalización:
[…] Se refiere a la creciente integración de las economías de todo el mundo, especialmente a través del comercio y los flujos financieros. En algunos casos, este término hace alusión al desplazamiento de personas (mano de obra) y la transferencia de conocimientos (tecnología) a través de las fronteras internacionales […]
Sigo en la búsqueda y en cuanto a la globalización cultural, encuentro:
[…] es la homogeneización a nivel mundial de expresiones artísticas, valores y tradiciones en general. Esto, producto de la mayor interconexión entre los países a nivel mundial. La globalización cultural significa que las personas en todo el mundo comienzan a adoptar costumbres similares […]
Es decir, que según la definición (del que todo lo define), la globalización borra las diferencias geográficas, étnicas, religiosas, folklóricas, etc. etc. ¿e iguala a la cultura (conjunto de conocimientos, ideas, tradiciones y costumbres que caracterizan a un pueblo, a una clase social, a una época) de toda la humanidad? ¿Significa esto que todas las singularidades que puedan aportar una visión diferente de lo que somos quedan opacadas? ¿y que los artistas (y todos) crearán obras unificadas en contenido y significado?.
Borrar la individualidad y la singularidad que da la convivencia puede ser un bonito proyecto para Pinky y Cerebro, en su afán de conquistar el mundo. Sin embargo, al mirar hacia atrás nos encontramos que cuando el artista (y la humanidad) ha conocido otras culturas y se ha nutrido de ella, ha creado obras capaz de sorprendernos al combinar varios elementos de ambas.
Esto lo podemos apreciar, por ejemplo, en los trabajos de Paul Gauguin y Stanisław Szukalski, entre muchos otros.
Continuar Leyendo en Rosa Boschetti...
Esta suma de elementos tangibles e intangibles son los que van a conformar lo que normalmente llamamos influencias. Aunque muchas veces encontremos, únicamente, las referencias de sus homólogos, es innegable que todos estos factores son decisivos a la hora de desarrollar su propuesta. Por otro lado, el artista posee una sensibilidad que le permite observar detalles, aristas, matices… más allá de lo que puede resultar evidente para el común de las personas. Esa capacidad de observación es lo que desarrolla y afina mientras realiza su trabajo y lo que plasma será su propuesta, es decir la interpretación que le ha dado a esa cadena de elementos.
Son innumerables los artistas que supieron expresar en sus obras realidades que estaban presentes en sus entornos, que también se podían notar fuera de su ambiente y que trascendieron en el tiempo. Retratando situaciones o imaginando objetos que podrían sonar como absurdos para el común de los mortales de su época. Nótese que no todo lo expresado en las obras deben ser exclusivamente sobre asuntos biográficos, vividos en primera persona. Nada más lejos de la anécdota y el cotilleo. Los artistas tejen historias complejas que reflejan seres e instituciones inmortales, pero no inmutables. Temas difíciles y complejos que básicamente giran en la forma en cómo nos relacionamos con el entorno, nuestras propias creaciones y nosotros mismos. Dentro de una propuesta artística se tiene una visión personal, que es diferente a una autobiográfica.
Por ejemplo, sería impensable que Leonardo Da Vinci (en pleno siglo XV) pudiera diseñar un dron con toda su tecnología, a pesar de que fue capaz de imaginar y dibujar uno de los sueños más cotizados de la humanidad, como es el de dominar los aires y volar. Más tarde conoceríamos su diseño con el nombre de helicóptero y más tarde aún (es decir hoy) el sueño de volar ya es cosa superada, ahora vamos por más.
Traigo a colación este trabajo de Leonardo, porque a pesar de que se trata del diseño de un objeto y no cumple con los requisitos de una obra de arte (aún la Bauhaus no existía), refleja la solución a una inquietud personal, pone en evidencia la capacidad de observación y de proyección hacia el futuro, que sí son características de un artista.
En otra entrada (Diferencia entre una visión personal y una autobiográfica) he hecho referencia a Kafka y de nuevo me viene a la mente. Porque si hay algo a lo que personalmente le tengo pavor, es a la burocracia. Compartimos esta sensación angustiosa, sólo que él lo percibió en 1925 cuando escribió El proceso. En la novela describe la burocracia del sistema judicial de muchas sociedades del pasado, presente y quizás futuro. Aquí el protagonista (Josef K ) es arrestado una mañana por una razón que desconoce. El largo y asfixiante procedimiento judicial se apoderó por completo de su vida y a partir de allí vive una angustiosa agonía hasta el punto de desear asumir la culpa (de algo que desconocía haber hecho) para ponerle fin a dicho proceso.

Esta cercanía con diversos territorios y sus culturas, sumado a la facilidad de divulgación y la igualdad de oportunidades para mostrar las obras, nos llevaría a pensar que existe una mayor libertad en la creación artística. Ya que las múltiples influencias que (aparentemente) hay en la actualidad, permiten mayores oportunidades para que el artista desarrolle temas y propuestas audaces y nos hace creer que la independencia en la producción es, de igual modo, extenso.
Es fácil concluir que, si más artistas logran producir con facilidad, pueden exponer los trabajos fácilmente y de forma directa al espectador (las herramientas están al alcance de un clic), exista una explosión de puntos de vista y de técnicas que surjan de la interacción sin barreras.
Es como si llegara un grupo de extranjeros al lugar del mainstream (a la tendencia predominante, a lo más popular dentro de su disciplina) cargados de colores, olores, palabras, expresiones diferentes y buscan la manera de convivir y mezclarse. Tal vez esto fue así en los inicios de la revolución digital y para el arte en concreto, con la llegada de las redes sociales (a principios de los 2000). Pero si revisamos el panorama actual nos sorprendemos al comprobar que los contenidos y la manera de abordar los temas son similares en casi todos las disciplinas y formatos. Los trabajos y propuestas de muchos artistas, son análogos.
En aquella época llegaron a las masas expresiones artísticas propias del underground y el indie (entre otras corrientes fuera de la tradición cultural oficial) y como esos extranjeros coloridos y extravagantes buscaron su lugar. Solo que la convivencia no llevó a la mezcla, sino que estos dos (como otros movimientos) fueron absorbidos rápidamente por la industria. Sus elementos más significativos y explotables (lo que más se podía vender) fueron tomados para hacerlos pasar al nivel de lo establecido y aceptado.
Me pregunto si parte de las consecuencias de la llamada revolución digital es la unificación de criterios y entonces me asaltan otras dudas: ¿tendrá algo que ver eso de la globalización? ¿En el fondo todos vemos el mundo igual? Las guerras, el hambre, las religiones, el amor, la amistad, las aficiones…
¿Todo se percibe idéntico desde cualquier parte del planeta y se puede juntar en un nicho del mercado? Tal vez para vender artículos de consumo masivo valdría la agrupación (con la diferencia geográfica sólo para efectos de materializar la compra) Pero si los puntos de vista individuales son diferentes de una persona a otra, sea de la profesión que sea ese humano (o sin profesión da igual, si tiene conciencia tendrá una perspectiva y lectura sobre su entorno). Y todos estamos de acuerdo en que esa visión se puede modificar hasta cierto punto, para adaptarse y encajar en la norma, grupo social y afines. Cabe preguntarse si esta conformidad social llega como una aplanadora para hacer homogéneo el discurso, sobre todo el del arte y si la llamada globalización cultural borra todo límite individual dentro del rebaño.
Para aclararme un poco, busco en Google (¿en dónde, sino?) sobre la globalización:
[…] Se refiere a la creciente integración de las economías de todo el mundo, especialmente a través del comercio y los flujos financieros. En algunos casos, este término hace alusión al desplazamiento de personas (mano de obra) y la transferencia de conocimientos (tecnología) a través de las fronteras internacionales […]
Sigo en la búsqueda y en cuanto a la globalización cultural, encuentro:
[…] es la homogeneización a nivel mundial de expresiones artísticas, valores y tradiciones en general. Esto, producto de la mayor interconexión entre los países a nivel mundial. La globalización cultural significa que las personas en todo el mundo comienzan a adoptar costumbres similares […]
Es decir, que según la definición (del que todo lo define), la globalización borra las diferencias geográficas, étnicas, religiosas, folklóricas, etc. etc. ¿e iguala a la cultura (conjunto de conocimientos, ideas, tradiciones y costumbres que caracterizan a un pueblo, a una clase social, a una época) de toda la humanidad? ¿Significa esto que todas las singularidades que puedan aportar una visión diferente de lo que somos quedan opacadas? ¿y que los artistas (y todos) crearán obras unificadas en contenido y significado?.
Borrar la individualidad y la singularidad que da la convivencia puede ser un bonito proyecto para Pinky y Cerebro, en su afán de conquistar el mundo. Sin embargo, al mirar hacia atrás nos encontramos que cuando el artista (y la humanidad) ha conocido otras culturas y se ha nutrido de ella, ha creado obras capaz de sorprendernos al combinar varios elementos de ambas.
Esto lo podemos apreciar, por ejemplo, en los trabajos de Paul Gauguin y Stanisław Szukalski, entre muchos otros.
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1 Comments
Gracias por compartir este enlace. Un abrazo 🐾