I Luz o corcel, tu excelsa melodía estalla en flores vivas, frescas, puras, mientras mi alma, escondida en ti, se me olvida en la fragancia inefable con que nos muestras – ¡qué alegría! – el secreto de tu corazón entregado. II Llanto de flores o luz inocente como el gorrión que existe para coronar un sueño de amor. ¡Oh, Leda! ¡Oh rosa vencida! Cantan los claros plumajes del día por la inmensidad finita que albergas, y eres en mí profuso encantamiento, un trino incesante por las orillas del tiempo. Blog de Silvanus Orphikós