miércoles, abril 24 2024

Políticamente no correcta: El precio de los milagros by Úna Fingal

En los últimos tiempos asistimos, generalmente impávidos por sobrepasados, o entristecidos ante consecuencias irreparables, al stablismen normalizado e indecente de la ciencia que va más allá de Dios. Una buena parte de ella enfocada a las cirugías no necesarias, y a la obtención milagrosa de biología no autorizada por la naturaleza, pero sí por bolsillos repletos de dineros en cantidades obscenas. Luego del estallido de las noticias escandalosas al respecto, también estallan los consabidos debates cada vez más inmorales de solo yo tengo la razón y por lo demás carentes de ética, y lo que es peor, que no van a ninguna parte, y acaban en el olvido cuando salta el siguiente.

Y precisamente es eso lo que viene a faltar, y no hay manera de que nadie quiera, pueda o desee, una regulación ética y moral que cargue de sentido común, a los avances científicos, y por lo que respecta al contenido de este artículo, más aún, a la práctica de la cirugía estética.

Una cosa es la cirugía reparativa en manos de especialistas competentes. Y otra muy diferente la destinada a reparar complejos, manías, delirios, ambiciones no realistas, copycats, locuras varias y… Llenar los fondos de este negocio como saco sin fondo de pura avaricia. ¡Que no olviden señores, que por algo era pecado! La avaricia, digo, y no hace falta ser religioso para comprenderlo.

Porque hay operaciones que no pueden ser arregladas por ningún bisturí, ya que el defecto solo se va a hallar muy dentro de la mente del individuo, y ahora que la preocupación por la salud mental está en boga, ahora es cuando más preciso y necesario se hace velar por ella, al máximo.

No puede ser que la gente acuda a las consultas con la petición de parecerse a su avatar o a los filtros de sus redes sociales. ¿Ha saltado ya todo por los aires?

Por seguir en el campo de la cirugía plástica, por ejemplo, ¿acaso no es verdad que se ha convertido en una obsesión en nuestra sociedad? Cada vez son más las personas que recurren a procedimientos quirúrgicos para mejorar su aspecto físico, sin una necesidad real, por practicar el hobby de los arreglos, sin importar los riesgos, los costos económicos y los efectos secundarios que esto pueda conllevar. ¿Nos preguntamos quién o qué ha conseguido la no aceptación del propio rostro, del propio cuerpo, del bello ser parido por cada madre bella? ¿Cómo se ha llegado hasta aquí?

Programas de televisión de nefasto contenido promueven la presencia física según un canon muy discutible como único valor curricular. Por desgracia son programas influyentes, y eso no ayuda nada.
Cuando contemplamos fotografías de apenas hace dos siglos, la belleza natural suele emanar a raudales… Y eso, señores míos, se ha perdido, lamentablemente, porque la gente de plástico y de piel planchada, resulta fea, por no hablar de los resultados indeseados que también los hay.

En muchos casos, el principal problema radica en que los pacientes buscan conseguir resultados imposibles o poco realistas por medio de la cirugía, fijándose en modelos o celebridades que no han conseguido su aspecto físico de manera natural. La idea de tener un cuerpo perfecto, sin arrugas, grasa o cicatrices, se ha convertido en una obsesión enfermiza que conduce a la adicción y a la manipulación psicológica por parte de algunos cirujanos.

Este tipo de cirugía puede ser muy peligrosa, especialmente cuando se realizan intervenciones múltiples y no se toman las precauciones adecuadas. Las personas que se someten a este tipo de procedimientos corren un riesgo significativo de sufrir complicaciones, tanto a corto como a largo plazo. Desde infecciones, hasta problemas en la cicatrización, pasando por tromboembolismos, o incluso daños en órganos internos.

Además, los resultados obtenidos por medio de la cirugía plástica son a menudo temporales y no garantizan la felicidad a largo plazo. La felicidad y la autoestima no se basan en una apariencia física idealizada y no natural.

En definitiva, la cirugía plástica debe ser utilizada con precaución y responsabilidad, evitando los excesos y las expectativas irrealistas. La belleza verdadera se encuentra en el interior y una apariencia natural y saludable es siempre la mejor opción. Y cada cual haga lo que quiera con su vida, desde luego.
10.05.23

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