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#12 Desde el balcón… by Elvira González

Temprano, con ese baño de amor traspirando en la piel, ambas brillaban luciendo sonrisas inborrables de evidencia, se saludaron con un abrazo. Tania preparaba el café, mientras Sofía revisaba la libreta donde les escribieron comentarios. Cuando el café estaba listo, taza en mano listas para dar el primer sorbo, los suspiros del recuerdo fueron inolvidables.
Bajo un manto de estrellas aferrados a las más bellas sensaciones, parte importante de la expresión del amor. Subiendo la temperatura, (ardiente) estremeciendo desde la cintura con su firme virilidad la hidratada femineidad llevando ese ritmo simultáneo. Sus voces al unísono parecían cantar la ópera más hermosa, notas altas brotaban con naturalidad.
Claro que una en la azotea, otra en el balcón vieron las resplandecientes estrellas brillar, (aunque por sus mentes pasaban las imágenes ardientes.) Omitieron ciertos detalles que eran obvios, mordieron las pastas cubiertas de chocolate, suspirando nuevamente. Sofía leía algunos comentarios de los invitados, otra taza de aromático necesitaban,
Un evento con buen gusto y sencillez, el marco de las plantas, flores y velas, cada bocado preparado con esa pasión por la cocina. La calidez de Sofía y Tania, hicieron sentir a todos los invitados cómodos, difrutando. Encuentros entre vecinos Sara les llevó una pintura la vista de un atardecer sobre la playa, tenía justo el tamaño adecuado, para la pared en blanco. Un detalle encantador. Clifford y Giuseppe habían enviado flores. Gustav quien no paraba de conversar con su vecina Sara, ya tenía la información que necesitaba para hacer la reseña del evento inmobiliario.
Victor con ese aire entre misterio y seducción, había sacado muchas fotografías, Tania le observó, segura que la mayoría eran de Sofía. Se lo mencionaba, (Giuseppe y su tío Carlo algo notaron también.)
Acordó poner más atención en lo referente al fotógrafo, además de evitar verle, o ir acompañada. (Se interrumpe la conversación:) Sonó el teléfono era Clifford quien invitaba a la Ópera esa misma noche, era el estreno, no lo había mencionado pues no estaba seguro de conseguir entradas. Sofía se emocionó, aunque no sabía mucho del tema dusfrutaba escuchar esas voces impresionantes. Antes de que se preocupara por el usar el vestido adecuado. Su amado le informa, acababa de comprarle un vestido que le haría lucir espectacular, suspiró, (bajo la voz en tono sexy) le hace saber que después le agradecería apropiadamente. Clifford respira profundo (le había enviado la caja) lo tenía loco, la amaba con pasión.
Cuando Matt el portero le informa que un mensajero le llevaba una caja, va de inmediato por ello. Colocó la caja sobre el excritorio, era grande, al abrir la tapa quedó deslumbrada, color esmeralda, en dos partes. Elegante y sencillo a la vez, La falda amplia, larga, el talle terminaba en pico por debajo de la cintura, parecía una solo pieza. El escote redondo, dentro de una funda de tela venían los encajes atrevidos con liguero, medias. Un estuche con los pendientes, gargantilla, aparte los zapatos y un bolso en juego. Ambas se voltearon a ver, estaba precioso todo. Parecía que alguien tendría una noche muy especial. Tania sugirió que se lo probara, era claro que su amado hombre le tenía tomadas las medidas, hasta sabía el número que calzaba. Se veía radiante, le quedaría bien un chongo.
Guardó todo, el teléfono timbro de nuevo, Clifford preguntaba si acaso le había gustado. Dentro del pequeño bolso de noche estaba la llave de su apartamento, tal vez le gustaría arreglarse ahí. Él llegaría en la tarde, justo a tiempo para una ducha y arreglarse. Feliz agradeció el gesto.
Sofía le piedió a Tania le acompañara a su apartamento, necesitaba algunas cosas, sería más cómodo arreglarse en casa de su amor. De regreso después de dejar sus cosas irían a comer, un bocadillo.
No tardaron en volver, dejó todo en la oficina, el dueño del local de los bocadillos quería rentar un apartamento que tenía en el mismo edificio. Justo arriba del lugar, eran dos por piso, bien conservado, sin elevador, amplio, bien iluminado, con un pequeño balcón. Apenas quedaban don sillas, sobre el barandal se podía colocar vasos o tazas, la vista al parque. Eran dos habitaciones con dos baños, la cocina tenía espacio para un refrigerador, una mesa para preparar alimentos, En el comedor una mesa redonda para cuatro sería ideal, dos sillones en la sala. El señor vivía con su esposa, juntos atendían el negocio, ellas habían recomendado con los vecinos su restaurante. Cuando la inquilina que tenía le avisó que se casaría y se mudaría de ciudad, pensó en las chcas de la inmobiliaria. Aunque no se o había dicho, el señor de los emparedados esperaba que Sofía quisiera rentarlo, algo que ya le había pasado por la mente.
En tres meses vencía su contrato de arrendamiento, junto a sus vecinos silenciosos, tenía ganas de cambiar de vecindario. Así podría irse caminando a la oficina. Conocieron el apartamento antes de comer, tal como lo había acordado con Mr. Sandwich, quien era de lo más amable. Sentadas en su mesa favorita, ambas pidieron los bocadillos especiales de salchicha, con el aderezo secreto de la esposa y dos ordenes de papas. Soda de cola con limón y muchos hielos, era invitación para Tania, quien también deseaba mudarse más cerca, eso ya lo había expresado.
Mientras disfrutaban de las delicias, Sofía mencionaba que era una fortuna el apartamento recién pintado, cortinas nuevas. Listo para ser habitado, entonces, sacó una libreta, hizo un par de cuentas, le alcanzaba para pagar lo que el señor pedía, (dijo en voz alta.) Tania levantó la vista, Sofía le preguntó si quería compartir el espacio, dividirían los gastos. Emocionada, gritó que si, justo su contrato estaba por terminar también. Escribió algo en la libreta para que le dijera si estaba de acuerdo, se dieron la mano, faltaba hablar con los dueños. Se levantó para solicitar hablar con él, muy atento se sentó con ellas, la noticia hizo que llamara a su esposa. Las abrazaron, ya les tenían aprecio, les habían subido el número de clientes. Tenían un trato, prepararía el papeleo para hacerlo formal, la esposa le llevó las llaves del departamento y el garaje, se las entregaron.
Caminaron de regreso, estaban felices, Tania ofreció ayudarle a subir sus cosas al apartamento de Clifford, así lo hicieron. Después en la oficina arreglaron los papeles para la renta de su nuevo apartamento, se cambiarían para el fin de semana, Tania tenía menos muebles que Sofía.
Mientras Sofía se duchaba para estar fresca y arreglarse para r a la Ópera por primera vez, pensaba en Clifford, tantos detalles, era muy cariñoso. Él habpia tenido una cita importante, quizás compraría un edificio para después de renovarlo, rentaría los apartamentos. Se dedicaba a invertir en propiedades que solían redituarle más de su costo. Estaba por salir para llevar a su amada a disfrutar de un espectáculo maravilloso.
Sofía estaba termiando de maquillarse, se hizo un bonito chongo, dos caireles a los lados del rostro, labial rojo, vestía el coordinado de encajes. Con una bata negra de seda encima, al final se pondría el vestido, escuchó la puerta, ella estaba sentada frente al tocador en la otra habitación. Clifford llevaba una rosa roja en la mano, fue a verla, se inclinó a besarle, ella hizo la cabeza hacia atrás, un sutl beso en los labios. La seda negra estaba un poco abierta, con los pétalos la rozó, tiró el cordón, se descubrieron sus encantos. Estaba irresistible, sus dedos dedos rozaron su silueta, ella se arqueó con los brazos hacia arriba lo abrazó. Respiró profundo, tenían que reservarse para después, era importante llegar a tiempo. La miró mordiéndose el labio inferior, fue a darse una rápida ducha, ella terminó de embellecerse. Conteniendo las ganas de meterse a enjabonar todo su atractivol cuerpo y aprovecharse de su desnudez, disfrutando de su firme virilidad. Suspiró.
Caminó con el vestido hasta afuera de la habitación, al verla Clifford le dijo que parecía una princesa, besó el dorso de su mano. Le ofreció el brazo, caballeroso le abrió la puerta de un lujoso automóvil, un chófer les llevaría. En el camino Sofía le platicó que rentaría el apartamento donde estaba el local de los bocadillos, lo compartiría con Tania. Era una excelente noticia, él le ofreció ayudar con la mudanza, le enviaría el camión y personal de su confianza, ayudaría a Tania también. Le hizo saber lo orgulloso que estaba de ella, le impresionaba su forma de negociar, eso era algo tan sensual, una mezcla de inteligencia y bondad. Solía sacar lo mejor de las personas.
Al llegar al lujoso teatro, entraron, ese brillo en los ojos al ver las pinturas, les acompañaron a su palco, solo ellos dos y el bello espectáculo. De pronto, las luces se apagaron, el silencio se hizo presente, en un instante comenzó, la iluminación, la escenografía, el vestuario y las voces impactantes. Sorprendida y feliz conmovida hasta las lágrimas, Clifford no resistió, la besó en los labios. Ambos habían contenido las ganas. Justo en el intermedio, continuaron los besos, él rozaba el escote, ella frotaba su rodilla.. La ubicación del palco les daba privacidad.
Cuando se apagan de nuevo las luces, él por debajo del escote acaricia sus atributos, eso la ponía muy ardiente. (Ambos sentados uno al lado del otro.) Respiraron profundo, debían calmarse. Clifford, introdujo su mano por la cintura del vestido alcanzó ese rincón tan especial, dedos ágiles. Sofía le apretaba la pierna, decidido a no parar hasta que se estremeciera. En el momento cuando alcanzaron las notas más altas, ella también. A tiempo para ver el final del majestuoso espectáculo. Lo miró mientras se mordía el labio, él percibió su olor, le besó la mejilla. Manos entrelazadas, contemplaron el desenlace, aplaudieron de pie como todos.
La llevó a cenar a un elegante lugar, cenaron salmón, camarones, quesos, vino blanco espumoso, cerezas flameadas con helado de vainilla. Clifford le dijo que la amaba profundamente, estaba encantado que se mudara más cerca podría pasar más noches durmiendo a su lado…
En el edificio, Sara (la pintora) había invitado a Gustav su vecino a cenar pasta, gracias a que salió a recoger su correspondencia. Se le cerró la puerta con las llaves adentro, le pidió le dejara llamar al cerrajero, una cosa llevo a la otra. Sara cocinaba y él tenía hambre, parecían más afines de lo esperado, se miraban con agrado…
Sentada en un tapete , descalza, con una taza de chocolate caliente, amargo. Velas encendidas a favor de un mundo mejor, lleno de paz, salud, amor, armonía, todos ejerciendo la empatía. El ambiente está inundado los diferentes emparedados al horno, con mantequilla, romero, mostaza, aguacate, queso, pimienta negra, entre otros aderezos. Además de las pastas dulces con glaseado de limón, café e infusiones para que disfrutes. Al lado del cómodo sofá, frente a un muro con plantas de intensos colores parecen diseñadas a mano, algunas tienen flores, resulta relajante verlas. Mientras escucho Aisling Kenny-Venite sitienis ad aquas- impresionante Agradezco infinitamente tu grata presencia al blog.

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