
Caballero, no poseo un abanico, pero si lo tuviere ocultaría mi rostro tras él, mostrando únicamente mi mirada...
Y con ojos altaneros lo miraría a usted, Señor de alto linaje, con una mezcla de asentimiento y distanciamiento.
Con un sí, lo deseo, pero no lo otorgo.
Que supiese que la idea me es fuerte agradable, pero que el elegido debe merecerlo.
Que después de ganar la batalla, yo estaría esperándolo; y que entonces él constituiría mi universo y yo…
Yo, me convertiría en Diosa.
María José Sevilla, @coucoumar
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