Estío ardiente como aliento de dragones
Cien espadas de fuego clavan el sol en la espalda
Tengu se baña desnudo en el río
Libélulas rojas planean sobre el agua
Cánticos de mil chicharras perforan los oídos
La piel cubierta de perlas transparentes brilla
Las gotas se deslizan por las joyas sagradas
Caen al suelo y estallan dejando un anillo oscuro
Un mosquito silencioso ataca cruelmente
Clava su katana en las blandas bolas de jade
Tengu siente la punzada ardiente
Veloz toma la sandalia de madera
Se prepara al ataque, observa al enemigo
Y recuerda el consejo de su maestro:
“La vida te enseña que muchos conflictos
Es mejor resolverlos sin utilizar la violencia”
Sabe que negociar con el rival beneficia a ambos
Sonríe y pacientemente espera que acabe
El mosquito apenas puede alzar el vuelo
Tras el copioso festín
Se tambalea errático en el aire
Revolotea luchando contra la gravedad
Se posa sobre una roca.
La zapatilla desciende implacable
El insecto estalla como una uva aplastada.
Tengu camina orgulloso por las calles de Nagano. El rival alado cumplió su parte del trato. Sus atributos viriles crecieron considerablemente en tamaño.
Al conocerse tales proporciones íntimas se encendieron fuegos en las miradas de deseo de muchas mujeres y fue solicitado desde aquel momento, día tras día, noche tras noche, en discretos encuentros.
Su vida no sería distinta en un paraíso, estaba viviendo un sueño hecho realidad…la magia onírica se convirtió en pesadilla recurrente, en la cual soñaba que era un mosquito sediento de sangre. Encontraba a un humano bañándose en el río, había algo familiar en sus facciones pero no podía recordar. Lo consumía la sed, el hambre y tenía la bebida más nutritiva, toda la que quería a su disposición con la seguridad de que no iba a sufrir daño alguno mientras se abandonaba y la consumía golosamente. Tenían un trato, pero no podía recordar. Tomó tanta roja ambrosía que llegó el momento en el cual en su cuerpo había más sangre acumulada del otro organismo que suya…El ya no era un mosquito, tenía la certeza. Pero entonces ¿qué era?
La revelación llegó envuelta en sonido de truenos: ¡Era un hombre! prisionero dentro de aquel cuerpo de insecto. Se sentó sobre una roca, entonces vio descender su sandalia. Y se convirtió en el doloroso y mortal chasquido de una uva aplastada.
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Caen al suelo y estallan dejando un anillo oscuro
Un mosquito silencioso ataca cruelmente
Clava su katana en las blandas bolas de jade
Tengu siente la punzada ardiente
Veloz toma la sandalia de madera
Se prepara al ataque, observa al enemigo
Y recuerda el consejo de su maestro:
“La vida te enseña que muchos conflictos
Es mejor resolverlos sin utilizar la violencia”
ESSA É MINHA PARTE FAVORITA. HAHAHAHAHAH MUITO BOM