
De la serie: Portugal seduce.
Nazaré son sus olas y sus playas, su luz y su gastronomía, su funicular y su cementerio. Vila y municipio de la región centro de Portugal protegida por el cabo de Sítio.
No voy a relatar aquí los museos e iglesias a visitar en Nazaré, pues de ellos existen infinidad de artículos. La belleza de este lugar reside en respirarlo en plenitud y empaparse de él al recorrerlo enteramente a pie o en funicular.
Adentrarse en sus calles es reconocer su pasado pesquero y las costumbres de sus gentes. Asar “sardihnas” o “porco” en la calle es una actividad recurrente que muchos realizan a fin de no llenar sus viviendas de humo. Algo, sin duda, muy peculiar, que sorprende al visitante. Un pasado que perdura junto a las mujeres que aún visten de negro con sus pañuelos y sus siete sayas, que se complementa con los carteles de alquiler de habitaciones con televisor en muchos de sus humildes edificios. Pasado y modernidad conviven en un extraño maridaje.
Nazaré de subir y bajar del Sítio a la playa en su funicular del siglo diecinueve, diseñado por un discípulo de Eiffel: Raoul Mesnier de Ponsard. De tardes de playa en las que vendedores ambulantes te ofrecen “bolinhas com crem o sim crem”. De visitas a su cementerio con vistas al mar en el que solo entrar ya es todo un espectáculo a tumba casi abierta, con sus casitas- panteón acristaladas. De almorzar sus arroces de “caldeiro de peixe” en las tascas y de beber sangría en “Tosca gastrobar”, un lugar delicioso situado en rua Mouzinho de Albuquerque, número cuatro. “Tosca gastrobar-restaurante” es un lugar para degustar comida portuguesa con un toque especial y vanguardista sin dejarse el salario.
“Tosca” se ha adaptado a los nuevos y terribles tiempos que vivimos, aumentando su oferta de comida para llevar. Pero no olviden que es un lugar que cuida el detalle en sus delicadas vajillas y cristalerías, con una decoración que invita a recrear la vista porque prima lo artístico. En las noches de verano, la música en directo de su terraza, coqueta y algo reducida, por qué no decirlo, es un delicioso modo de quedarse a tomar un último trago después de degustar un plato de filete de “peixe galo com arroz malandrino” o una “barriga de freira” o un “filete de robalo com vieira”, “mexilhão e camarão en molho de caldeirada con suas batatinhas”, y así podría continuar hasta cansarles. Como no quiero hacerlo, les invito a viajar hasta “Tosca” y me cuentan al regreso de su expedición. Deseo les sea tan grato como a mí, que estoy deseando preparar, de nuevo, mi maleta.
Recuerden, Portugal seduce, merece y concede.
Nuria Viuda para masticadores de letras.
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