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El nombre de la rosa de Umberto Eco y los modos de la risa —02 By Esteban Ierardo

II. La luz y lo sensorial

  Guillermo de Baskerville respira en la Edad Media fascinada por lo sobrenatural y el mal. Allí, Guillermo es el ojo enamorado de lo empírico, de los detalles particulares en la naturaleza, del mundo como un libro de huellas a descifrar.

  Como franciscano, Baskerville es seguidor de San Francisco de Asís, fundador de la orden franciscana en el siglo XIII, basada en una vida austera, pobre, sencilla, acorde a los ideales del cristianismo evangélico del comienzo. San Francisco ama el espíritu en la materia. Le canta al sol, a la luna, al viento, al fuego. Le canta como hermanos. Ríe y rueda desnudo sobre la nieve. Predica a los pájaros. En la materialidad del mundo encuentra lo divino susurrando llamados y secretos. Dios no se avergüenza de su cuerpo hecho de rocas, agua o luz. Por eso, la intelectualidad franciscana piensa desde la naturaleza; pero no desde sus leyes generales, sino desde las particularidades: venera este sol, esta luna, este árbol, este río… Lo particular como lo individual físico es más verdadero que lo general y abstracto.

Roger Bacon, inglés y franciscano como Guillermo, autor del Opus Maius, siembra las semillas del método experimental de la ciencia moderna futura. Proclama el acto del ver, lo sensorial, los sentidos, como vía legitima de conocimiento. Y Guillermo de Occam, amigo de Baskerville (con el que sostiene conversaciones en Oxford) adscribe a la filosofía nominalista medieval (2).

  El nominalismo dice que los conceptos generales solo son nombres, representaciones mentales. Lo real, en primer grado, además de Dios, es lo individual, las huellas e indicios particulares. Guillermo demuestra esa dinámica del pensamiento cuando recupera el caballo Brunello. El caballo se ha extraviado. Los monjes, encabezados por el cillero Remigio da Varagine, lo buscan. Guillermo observa la tierra cubierta por la nieve. Descubre huellas. Escudriña el entorno. Y deduce el lugar donde se encuentra el animal perdido.

   La amistad con lo físico del mundo se expresa también en Guillermo al exaltar la luz. Lo divino se expresa por lo luminoso: «Dios sentido como luz, en los rayos del sol, en las imágenes de los espejos, en la difusión de los colores sobre las partes de la materia ordenada, en los reflejos de la luz sobre las hojas húmedas… No creo que este tipo de amor pueda encerrar amenaza alguna» (3).

Para Guillermo, la dignidad de lo sensorial está presente cuando Dios es «sentido como luz»; los reflejos de luz visible que acaloran la retina, para orientar luego la mirada hacia una luz invisible…

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1 Comments

  • es san Francisco de Asis del siglo XIX???

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