La joven maestrita
prepara sus libros,
su bata de cuadros,
su estuche de lino.
Un grupo de niños
la espera impaciente,
y ella va a su encuentro
feliz y sonriente.
Va con los pequeños,
se ríe con ellos,
olvida problemas,
construye sus sueños.
Al caer el día
se queda marchita,
tiene que irse a casa,
pobre maestrita.
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