Lo que puedo ver son edificios. alineados en la distancia como grandes velas que se encienden en invierno a los fuegos rojos del atardecer o tubos de órgano apuntando al cielo de una catedral moderna bulliciosa de peregrinos. A sus pies están adornados con árboles aplastados por su altura sofocados por su vasta sombra. En batas de cemento disfrazadas de seda, acolchada y multicolor al amanecer ofrecen como rostros recién lavados las fachadas en los rayos del sol engalanado por los lentos vuelos de las gaviotas de los grises desordenados de los cuervos de los hilos curvos y negros de las golondrinas. Del cristal transparente de las ventanas se asoman a la calle hombres y mujeres que de las habitaciones, casi extraños pululan todas las mañanas se dispersan en las calles entran por las bocas de otros edificios vuelven a salir en la tarde. En la tarde, hombres y mujeres vuelven una familia, cenan con niños sonríen en habitaciones llenas de luz. Lo que puedo ver en la noche son edificios. reunidos en el confuso fervor de las ventanas alineadas como campos arados hasta que por la noche todo edificio se cierra en silencio calentada por el aliento de los humanos. En la calle los árboles buscan en vano las estrellas en la cúpula opaca del cielo, limpian el aire de los sofocantes soplos del día y al amanecer se muestran, orgullosos de su trabajo las hojas brillantes sin flores ni frutos. Me siento mal mirándolos. Lo sé. Sienten el peso de su esterilidad.
2 Comments
Un siempre participado gracias a Juan re Crivello por su atención a mis poemas
Reblogueó esto en marcellocomitiniy comentado:
Ecco un’altra mia poesia su Masticadores di Juan re Crivello, che ringrazio di cuore