El silencio del wolframio abandonado. Por Mercedes G. Rojo y Olga Orallo
SERIE: La memoria de las ruinas (V)
En medio de un paisaje espectacular, como lo son tantas partes de la comarca berciana (en la provincia de León) y muy próximo a la localidad de Corullón, a cuyo municipio pertenece, se encuentran los parajes en los que en su día se desarrolló una parte importante de la postguerra española, el episodio conocido como “la guerra del wolframio”, que trastocó la realidad de una comarca muy azotada por la guerra y sus consecuencias, especialmente en lo que a la persecución de sus habitantes se refiere.
El silencio se percibe entre el paisaje de los robles y el monte que rodean estas ruinas.
Si en el anterior artículo nos adentrábamos por las calles silenciosas de Oradour, un monumento a la memoria de la barbarie humana, ahora lo hacemos en los parajes olvidados de los montes bercianos, para seguir recordando a través de ellos las huellas de una guerra que se llevaba a cabo lejos de nuestras fronteras pero que trascendió hasta estos lugares, aunque hoy no son muchos los que lo recuerdan. Quizá sin dicha guerra y sin el posicionamiento de quien se había convertido en el dictador de España por casi cuarenta años, ni estos montes hubieran sido horadados en busca de un mineral que a pocos más que a los alemanes servía ni su explotación hubiera alterado las vidas de quienes a la misma estuvieron sujetos.
Apenas a unos kilómetros de Villafranca del Bierzo, uno de los hitos más importantes del Camino de Santiago en tierras leonesas, ya casi a punto de internarnos en Galicia, se encuentra Corullón, un municipio conformado por varios pueblecitos al que yo llegué por primera vez por el reclamo de su arquitectura, entre la que destaca su castillo y un par de joyas románicas constituidas por las iglesias de San Esteban y San Miguel de Corullón, ambas declaradas monumento nacional. Por aquel entonces, nadie hablaba de que a pocos kilómetros de aquellas joyas, a los pies de la Peña del Seo, en la pedanía del pueblo de Cadafresnas existía lo que de alguna forma se podía considerar también un monumento, pero en este caso un monumento a la memoria de una época que muy pocos estaban interesados en mantener viva: era la existencia del poblado minero de Peña del Seo, que presidía la zona de extracción del wolframio durante la época antes mencionada.
Vista del poblado desde diversas perspectivas
Hoy, Corullón, une a sus atractivos arquitectónicos sus atractivos naturales pues se ha convertido durante el periodo de floración de los cerezos, un cultivo muy característico en la zona, en un destino que tiende a rivalizar con el valle del Jerte, para mostrarnos uno de los espectáculos más bellos que la naturaleza puede ofrecernos. Y cuando llegamos aquí, ¿quién va a sospechar de lo que algunos kilómetros más allá nos ocultan estos montes? Pues esa otra realidad es la que hoy vamos a visitar guiados por las fotografías de Olga Orallo, una realidad que también nos muestra su belleza, en medio de un paisaje en el que domina el monte, con sus colores cambiantes según la época, con su sobriedad, comiéndose entre la vegetación cada vez más indomeñable las huellas de una época que combinaron la dureza para quienes tuvieron que explotarla con la época de esplendor que trajo durante algunos años a la zona, convirtiendo a Ponferrada, capital de la comarca, en una especie de El Dorado berciano, en realidad un espejismo que, como todos los espejismos, duró apenas un instante en su realidad económica y social, con sus cosas buenas y también (y muchas) con las malas; un esplendor económico, que lo fue sin duda para quienes comerciaban con tan preciado mineral para la época, no tanto para quienes se veían obligados a extraerlo de la tierra, pues muchos de ellos lo hicieron como presos políticos.
Lo que queda tras el abandono
Las fotos de Olga Orallo nos llevan desde la grandiosidad del paisaje en el que comienzan a perderse estos restos hasta el eco de quienes transitaron entre las calles del poblado, trajinando por las diferentes partes de este complejo minero del que solo podemos llegar a sospechar lo que en verdad fue si acudimos a las páginas de la magnífica novela que en 1984 nos regaló Raúl Guerra Garrido: El año del wolframio, con la que resultaría finalista del Premio Planeta de dicho año. Sabía de lo que hablaba, procedente de la zona, conocedor de parte de su historia y bien documentado al respecto. En ella se narran exquisitamente algunas de aquellas circunstancias y se pueden reconocer fácilmente nombres y lugares de aquella época, por parte de aquellos que de alguna forma la conocieron y vivieron.
Una de las bocaminas que aún pueden encontrarse
Un pequeño museo en la mina
Entre la grandiosidad del paisaje, acompañados solamente por el sonido del viento, por el silencio de la soledad, asoman aún algunos rastros de lo que fue uno de los complejos mineros más importantes de la zona: restos del primitivo poblado minero, con su calles abandonadas y los edificios caídos, las ruinas del espacio que servía para oficina y laboratorio, e incluso el “lavadero viejo”, que entró en servicio en el año 1952, situado en la parte más baja de la explotación minera con la misión “de recibir el material en bruto de la mina mediante un sistema de sustentación aérea conocido como “vaivén”, tras el que venían los procesos de trituración que permitían la selección a mano de la mena metalífera (tarea que realizaban un grupo de 14 a 16 mujeres) antes de proceder a la molienda y otras tareas de separación y selección”, y tal vez algunas de las doce bocaminas de las cuales la mayoría de ellas han desaparecido fruto del derrumbe del terreno y de la invasión de escobas y piornos que comienzan a invadirlo todo.
El viejo lavadero
El antiguo edificio de oficinas y laboratorio
Caminando por esas pistas desiertas que hoy siguen horadando el paisaje seguramente podamos permitirnos reflexionar sobre la capacidad que la intervención humana tiene para transformar el paisaje, para construir una nueva realidad cuyo posterior y temprano abandono derivaría en un nuevo cambio que aún hoy sigue en proceso y que no podemos olvidar porque fue parte importante de la historia de una comarca, una historia que muy pocos conocen hoy y sin la cual –para bien o para mal- el Bierzo no hubiera sido el mismo. Quizá por eso el proyecto actual de recuperar parte de esa historia en una zona museística que la traiga a nuestra memoria para no permitirnos olvidar, como se ha hecho con Oradour, aunque los objetivos no vayan exactamente en la misma línea; un proyecto en el que se pretende recuperar para los visitantes parte de una casa, de una mina, e incluso transformar el paisaje con la plantación de más de dos mil robles. De momento, alguna máquina hay ya trabajando por esas calles desiertas que las fotografías de Olga nos muestran. Tal vez la próxima vez que podamos visitarle ya poco queden también de unas ruinas que nos hablan de un proceso de abandono que fue consecuencia de la transformación del momento.
Donde habita el olvido, habita el silencio
De momento, nuestra intención ha sido que nos acompañaran una vez más por la memoria de estas ruinas que el ojo fotográfico de O. Orallo nos ha descubierto para seguir recordándonos, una vez más, que toda ruina tiene su historia y que en ella descansa muchas veces nuestro pasado. Y si hemos conseguido despertarles la curiosidad sobre este episodio de nuestro aún reciente pasado, les invitamos a conocer más de la misma a través de la mencionada novela de Raúl Guerra Garrido que ha sido reeditada en este mismo año, además de acercarse a visitar una zona que parece estar despertando, por fin, el interés de las instituciones para convertirla en ejemplo vivo de una memoria histórica que nos pertenece a todos.
Les esperamos en una nueva entrega.
[…] episodio conocido como “la guerra del wolframio”, que trastocó la realidad de una comarca” Link de Lectura, Visitar Viajes Ensayos: La figura de Napoleón es analizada desde dos ángulos por Esteban Ierardo y j re crivello […]
[…] episodio conocido como “la guerra del wolframio”, que trastocó la realidad de una comarca” Link de Lectura, Visitar ViajesEnsayos: La figura de Napoleón es analizada desde dos ángulos por Esteban Ierardo y j re […]
4 Comments
Fascinante, no podía ser de otra mano que la de Mercedes.
Muchas gracias por la confianza y el apoyo.
[…] episodio conocido como “la guerra del wolframio”, que trastocó la realidad de una comarca” Link de Lectura, Visitar Viajes Ensayos: La figura de Napoleón es analizada desde dos ángulos por Esteban Ierardo y j re crivello […]
[…] episodio conocido como “la guerra del wolframio”, que trastocó la realidad de una comarca” Link de Lectura, Visitar ViajesEnsayos: La figura de Napoleón es analizada desde dos ángulos por Esteban Ierardo y j re […]